Rod Smallwood, mánager histórico de la banda británica, no ha escatimado palabras al referirse a quienes priorizan grabar videos en lugar de vivir el momento. En un comunicado publicado el 30 de mayo en el sitio oficial del grupo, Smallwood agradeció a quienes “mantuvieron sus teléfonos abajo” durante las primeras fechas en Budapest, pero también arremetió contra los asistentes que, según él, sabotearon la experiencia colectiva por grabar compulsivamente. Más allá del tono irónico con el que deseó “un brazo muy adolorido” a estos fans, su declaración abre un debate vigente en la escena del metal y en la industria del espectáculo en general: ¿hasta qué punto el público tiene derecho a documentar, y cuándo se vuelve una intromisión?
Iron Maiden, con más de cuatro décadas de trayectoria y un culto global de seguidores, ha cultivado una relación particular con su audiencia, marcada por un respeto mutuo que suele traducirse en rituales compartidos —cánticos, escenografías, símbolos— que hacen del concierto algo más que un simple espectáculo. “Es mucho mejor cuando la banda puede verlos sin obstáculos”, escribió el mánager.
La gira actual también se destaca por introducir a Simon Dawson, el baterista que reemplaza a Nicko McBrain tras su retiro por motivos de salud. Smallwood no dudó en destacar el recibimiento cálido que Dawson recibió en Hungría, y subrayó cómo ese tipo de apoyo se potencia cuando la audiencia está “presente” en lugar de abstraída detrás de una pantalla.
En un mensaje previo titulado “Put away your phones and get ready to Run For Your Lives!”, ya había instado a los fans a dejar los celulares guardados, argumentando que su uso masivo “reduce el disfrute” tanto para la banda como para los demás asistentes.
Smallwood reconoció que la mayoría del público en Budapest respetó el llamado y celebró que, al menos en las zonas más cercanas al escenario, se viviera el espectáculo sin intermediaciones digitales. Sin embargo, su insistencia en mantener esta actitud a lo largo de la gira —que incluirá más de 30 fechas por Europa, muchas ya agotadas— sugiere que Iron Maiden considera este comportamiento una amenaza al núcleo de su propuesta artística.
