La posibilidad de un nuevo álbum de System of a Down ha sido uno de los temas más especulados —y frustrantes— para los seguidores del grupo en las últimas dos décadas. Desde el lanzamiento simultáneo de Mezmerize y Hypnotize en 2005, la banda ha mantenido una presencia intermitente en los escenarios y prácticamente nula en el estudio. A pesar de su vigencia como acto de directo y su estatus como referente del metal alternativo, el proyecto liderado vocalmente por Serj Tankian no ha logrado concretar un nuevo disco. En una reciente entrevista con la emisora argentina Rock & Pop FM 95.9, el baterista John Dolmayan ofreció una reflexión poco optimista pero reveladora: si llega a haber música nueva de System of a Down, será una sorpresa incluso para ellos mismos.
Las declaraciones de Dolmayan ilustran un estado de latencia en el núcleo creativo de la banda. “Si estás satisfecho con lo que tienes, no necesitas más”, afirmó, recurriendo a una analogía culinaria que no deja lugar a dudas: la falta de hambre creativa en el colectivo. No se trata de una renuncia explícita, pero sí de una resignación tácita. Y aunque dejó abierta la puerta a una eventual reactivación, la describió como improbable: “Después de 25 años, no es imposible, pero sí poco probable”.
Lo que subyace tras estas palabras es un conflicto no resuelto que ha acompañado a la banda desde su regreso a los escenarios en 2011. A pesar de haber superado su pausa indefinida, System of a Downapenas ha producido dos canciones nuevas en 20 años: “Protect The Land” y “Genocidal Humanoidz”, ambas publicadas en 2020 como respuesta al conflicto armado en Artsaj. Su contenido no fue producto de una necesidad estética compartida, sino de una urgencia política y humanitaria vinculada a Armenia, país de origen familiar para todos sus integrantes. Esa motivación extramusical logró, por un breve momento, poner en pausa las diferencias internas.
La actual gira sudamericana del grupo —“Wake Up! South America”— marca su primera visita al continente desde 2015, e incluye fechas en Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. Este retorno a territorios largamente esperados por sus fans contrasta con la parálisis creativa que Dolmayan describe. Mientras la banda mantiene una capacidad de convocatoria sólida, el motor que impulsó sus obras más emblemáticas parece en estado de suspensión.