Un domingo soleado en la Ciudad de México reunió a decenas de fans de Poppy, la cantante y compositora estadounidense que ha sabido conquistar a públicos de distintas escenas gracias a su mezcla única de metal, pop y estética kawaii. Desde temprano, los seguidores se concentraron en las inmediaciones del metro Chilpancingo para asistir a su esperado show. En redes sociales circuló que la artista había llegado al recinto horas antes para realizar pruebas de sonido, lo que incrementó la emoción general. A ello se sumaba el hecho de que su presentación en México se había visto afectada por el aplazamiento del concierto de Avenged Sevenfold semanas atrás, donde también iba a participar. Todo parecía alinearse para una noche especial.
Tras la apertura de puertas en el Auditorio BlackBerry, los asistentes ingresaron con entusiasmo buscando colocarse lo más cerca posible del escenario, mientras otros se detenían en el único puesto de mercancía no oficial con la esperanza de encontrar su talla. Dentro del recinto, algunas seguidoras lucían disfraces inspirados en la cantante, mientras otros comentaban que no habían tenido la oportunidad de verla durante su presentación en el Hell and Heaven de hace unos años. “Qué bueno que vino sola, así podemos disfrutarla mejor”, se escuchaba entre la multitud.
Una vez dadas las indicaciones habituales del foro y con cerveza en mano, el público aguardó expectante. De pronto, las luces se apagaron y el espectáculo comenzó. Con su característico vestido blanco adornado con un corazón rojo, Moriah Rose Pereira, mejor conocida como Poppy, apareció en escena para abrir con “Have You Had Enough?”, encendiendo al público de inmediato.
La energía no decayó en ningún momento. Los asistentes corearon sin descanso temas como “BLOODMONEY” y “Crystallize”, además de disfrutar las colaboraciones que la artista ha realizado con Bad Omens y Babymetal, así como un tema inédito que forma parte de su actual gira. Durante una hora, Poppy derrochó energía sobre el escenario: junto su atril de micrófono con pedrería roja bailó, saltó, se agachó e interactuó constantemente con el público, al que animó a armar un mosh pit. Aunque el intento no tuvo la intensidad que esperaba, la cantante mantuvo su buen humor y, con una sonrisa, pidió que si no iban a entrar al pogo, al menos corrieran alrededor. Pese a que pocos siguieron la instrucción, la conexión entre artista y público se mantuvo intacta.
Con un total de 14 temas y un encore de dos canciones más, la velada llegó a su fin. Poppy y su banda se tomaron la tradicional foto con el público, mientras ella pedía que todos sonrieran. Fiel a su estilo directo, cerró la noche con un simple “gracias”, dejando a los fans completamente satisfechos y con la esperanza de que su próxima visita sea en un recinto aún más grande.
