En diciembre de 2008, la banda canadiense Sandman, un grupo tributo dedicado a interpretar el repertorio de Metallica, recibió una carta de cese y desistimiento por parte de los abogados del grupo estadounidense. El documento alegaba que Sandman estaba infringiendo derechos de propiedad intelectual al utilizar el logotipo y la tipografía característica de Metallica en su material promocional, incluyendo carteles, redes sociales y su sitio web.
Joe Di Taranto, vocalista y guitarrista de Sandman, se sorprendió al recibir la notificación legal, pues su banda llevaba varios años rindiendo homenaje a Metallica sin haber tenido problemas previos. En lugar de ignorar la advertencia, decidió hacer pública la carta a través de redes sociales. Rápidamente, la noticia se viralizó y provocó críticas por parte de los seguidores de Metallica, quienes consideraron exagerado que una banda con millones de discos vendidos tomara acciones legales contra un grupo tributo sin fines comerciales más allá de sus presentaciones en bares y pequeños escenarios.
El tema comenzó a llamar la atención de los medios, que reportaron la aparente contradicción de Metallica al atacar a un grupo que, en teoría, contribuía a mantener viva su música. Algunos fans recordaron que en el pasado, Metallica ya había sido criticada por sus disputas legales, como el famoso caso contra Napster en el año 2000, cuando la banda denunció la distribución ilegal de su música en plataformas digitales.
Ante la reacción negativa, Lars Ulrich, baterista y cofundador de Metallica, intervino para aclarar la situación. Explicó que ni él ni el resto de la banda estaban al tanto de la demanda y que todo había sido un error administrativo por parte de sus representantes legales. Metallica retiró la solicitud legal contra Sandman y se disculpó por el malentendido.
El caso se resolvió sin mayores consecuencias, pero dejó en evidencia la tensión que puede generarse entre una gran banda y sus seguidores cuando la gestión de su imagen y derechos es manejada sin supervisión directa. Al final, Sandman pudo continuar con sus presentaciones, y Metallica evitó que la polémica escalara más allá de la anécdota.