5 vocalistas que escupieron en la cara del mainstream › Heavy Mextal
mié. Abr 30th, 2025
Lemmy Kilmister

El metal no sería lo que es sin esos frontmen que, con un micrófono en la mano y una actitud que no cabe en estadios, mandaron al diablo las expectativas del éxito fácil. No se trata de tipos que posan para la foto o que buscan sonar en la radio; estos cinco vocalistas eligieron el camino sucio, el que quema puentes y deja a los ejecutivos de traje rascándose la cabeza. Sus carreras, respaldadas por hechos y palabras propias, son un puñetazo a la idea de que hay que venderse para sobrevivir.

Lemmy Kilmister (Motörhead): El rey del polvo y el volumen

Ian Fraser Kilmister, alias Lemmy, no negociaba. Desde que fundó Motörhead en 1975 tras ser echado de Hawkwind por su amor a las anfetaminas, dejó claro que no le importaba el brillo del mainstream. “No hacemos discos para que los pinchen en la radio, hacemos discos para nosotros”, dijo en una entrevista con Kerrang! en 1981. Ace of Spades (1980) fue su carta de presentación: un tren fuera de control que llegó al número 4 en las listas británicas sin ceder un milímetro. Lemmy vivió y murió —en 2015— con whisky en la mano y el amplificador a tope, ignorando las modas.

Max Cavalera (Sepultura/Soulfly): Raíz y rebelión

Max Cavalera no se doblegó ni cuando Sepultura empezó a oler a éxito global. En 1996, tras Roots, el disco que llevó el thrash brasileño a MTV, se peleó con el resto de la banda y se largó. “No iba a dejar que nadie me dijera cómo sonar”, contó a Revolver en 2017. En vez de buscar la fama fácil, formó Soulfly y siguió mezclando metal con furia tribal. Su salida de Sepultura no fue un tropiezo, fue un portazo: el tipo prefirió empezar de cero antes que seguir un guion comercial.

Phil Anselmo (Pantera): Gritando desde las tripas

Phil Anselmo tomó a Pantera en 1987 y la arrancó de sus raíces glam para meterla en un callejón de groove y sudor. Con Vulgar Display of Power (1992), el disco que vendió millones sin sonar a fórmula, Anselmo mostró que no necesitaba baladas ni coros pegajosos. “El metal no es para los charts, es para los que lo sienten”, soltó en una charla con Metal Hammer en 1994. Sus excesos y su lengua suelta lo hicieron un imán para la controversia, pero nunca se disculpó por ser él mismo.

Tom Araya (Slayer): Sin filtros, sin tregua

Tom Araya no canta para agradar; gruñe como si el mundo le debiera algo. Desde que Slayer arrancó en 1981, su voz fue el filo de un thrash que no pedía permiso. Reign in Blood (1986), con temas como “Raining Blood”, llegó al Billboard 200 sin singles ni concesiones. “Si te ofende, no es mi problema”, dijo a Decibel en 2006 sobre las críticas a sus letras. Chileno de origen, criado en una granja, Araya llevó esa crudeza al escenario y nunca miró atrás.

Rob Halford (Judas Priest): Cuero y acero

Cuando Rob Halford salió del clóset en 1998 durante una entrevista con MTV, no lo hizo para ganar puntos con nadie; lo hizo porque le dio la gana. Ya para entonces, Judas Priest había pasado de ser una banda de culto a un nombre gigante con discos como British Steel (1980). Pero Halford nunca suavizó su estilo ni su voz para encajar. “No me importa si no vendemos un millón, mientras pueda cantar lo que quiero”, declaró a Rolling Stone en 1984. Su presencia, envuelta en cuero y tachas, fue una bofetada al rock domesticado de la época.

Estos cinco no solo cantaron metal; lo vivieron como un acto de desafío. Lemmy con su ronca honestidad, Max con su terquedad creativa, Phil con su energía cruda, Tom con su desprecio por lo correcto y Rob con su autenticidad afilada. Para ellos, el mainstream no era un objetivo, sino un obstáculo. ¿Qué otro vocalista te viene a la mente cuando piensas en alguien que no se rinde?

By Marco Antonio de Jesús Escobedo Palma

Dir. de SEO de Heavy Mextal/ Periodista con más de 10 años de experiencia, experto en metal y especialista SEO ./ Contacto: [email protected]/ Facebook:https://www.facebook.com/marco.escobedo.52206

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