El hard rock no siempre se trata de gritar y aporrear amplificadores; a veces, las seis cuerdas se convierten en un canal para algo más profundo, algo que te agarra el pecho y no te suelta. Desde los años setenta, cuando el género empezó a tomar forma, los guitarristas han usado sus instrumentos para tallar emociones en el aire, y algunos solos trascienden el ruido para golpear directo en el alma. Aquí van cinco que, sin exagerar, pueden sacarte una lágrima —no por tristeza barata, sino por la pura fuerza que llevan dentro—. Son momentos donde la técnica se encuentra con el instinto, y el resultado es un eco que se queda contigo.
1. “Stairway to Heaven” – Jimmy Page (Led Zeppelin)
Minuto 6:30 de Led Zeppelin IV (1971). Page no toca rápido ni hace malabares; en cambio, construye una escalera de notas que sube despacio, como si cada frase fuera un paso hacia algo inalcanzable. Grabado en Headley Grange con un Telecaster enchufada a un Supro, este solo tiene un tono cálido y roto que respira humanidad. Lo tocó en vivo por primera vez en el Ulster Hall de Belfast, y desde entonces ha sido un rito para cualquiera con un corazón latiendo.
2. “Hotel California” – Don Felder y Joe Walsh (Eagles)
El cierre de Hotel California (1976) es un duelo a dos guitarras que empieza en el minuto 5:10. Felder arranca con una melodía que serpentea como un recuerdo que no puedes soltar, y Walsh entra para darle un filo más crudo. Grabado en Criteria Studios con una Gibson Les Paul y una Gretsch, el intercambio entre ambos es como una conversación que termina en un adiós inevitable. En vivo, desde su debut en el LA Forum, sigue siendo un puñetazo al estómago.
3. “November Rain” – Slash (Guns N’ Roses)
A los 6:15 de Use Your Illusion I (1991), Slash suelta un solo que corta como vidrio. Con su Les Paul enchufada a un Marshall, dibuja líneas que suben y caen, cargadas de un peso que refleja la tormenta de la canción. Lo grabaron en A&M Studios, y aunque la banda lo estrenó en el Rock in Rio de 1991, fue en los shows íntimos donde realmente te golpeaba. No es solo un solo; es un lamento con cuerdas.
4. “Comfortably Numb” – David Gilmour (Pink Floyd)
El segundo solo, en el minuto 4:50 de The Wall (1979), es Gilmour en su punto más puro. Usó una Stratocaster con pastillas Seymour Duncan y un Big Muff para darle ese tono flotante y rasposo. Grabado en los estudios Super Bear en Francia, cada nota suena como si colgara en el aire, suspendida entre la calma y el desgarro. Lo tocó en vivo por primera vez en el Earls Court de 1980, y sigue siendo un recordatorio de que el hard rock también puede susurrar.
5. “Eruption” – Eddie Van Halen (Van Halen)
No es un solo melódico típico, pero en Van Halen (1978), a sus 1:42 minutos, Eddie te clava un puñal de pura emoción. Con su Frankenstrat casera y un amplificador Marshall Plexi, desata un torrente de tapping que no solo impresiona: te sacude por dentro. Lo grabaron en Sunset Sound, y su debut en el Whisky a Go Go mostró cómo podía silenciar a una sala con solo sus manos. Es breve, brutal y te deja con los ojos húmedos por razones que ni explicas.
Estos solos no son trucos de circo ni alardes vacíos; son fragmentos donde el hard rock se dobla para mostrar algo frágil. Cada uno lleva la marca de su creador: Page con su paciencia, Felder y Walsh con su química, Slash con su fuego, Gilmour con su espacio, y Van Halen con su relámpago. Si no te mueven, revisa tu pulso.