Cuando Master of Puppets irrumpió en 1986, Metallica no solo consolidó su lugar en la historia del metal, sino que redefinió lo que significaba hacer un álbum extremo sin perder precisión ni coherencia. Su mezcla de velocidad, técnica y composición meticulosa lo convirtió en una referencia obligada para generaciones de músicos y oyentes. Pero no es el único disco con ese nivel de energía desbordante y solidez creativa.
A lo largo de los años, distintas bandas han canalizado la misma intensidad en álbumes que, aunque no siempre comparten el mismo sonido, llevan consigo esa sensación de control absoluto sobre la furia. Aquí hay cinco que pueden mirarle de frente sin titubeos.
1. Slayer – Reign in Blood (1986)
Si Master of Puppets mostró el lado más estructurado del thrash, Reign in Blood se convirtió en su némesis violenta. En solo 29 minutos, Slayer condensó una ráfaga de riffs cortantes, baterías desquiciadas y una producción seca que amplificaba la sensación de urgencia. Rick Rubin entendió que la crudeza era la clave, eliminando cualquier exceso que interrumpiera la embestida. Temas como Angel of Death y Raining Blood no buscan sutileza; son puro instinto de demolición.
2. Megadeth – Rust in Peace (1990)
Dave Mustaine no se conformó con velocidad y agresión: llevó la técnica del thrash a su límite con Rust in Peace. La incorporación de Marty Friedman marcó un antes y un después en la banda, y canciones como Holy Wars… The Punishment Due o Hangar 18 equilibran precisión quirúrgica con un sonido demoledor. No hay relleno ni espacio para la monotonía; cada segundo está diseñado para mantener la tensión sin soltar el acelerador.
3. Iron Maiden – Powerslave (1984)
Aunque alejado del thrash, Powerslave tiene la misma capacidad de arrastre que Master of Puppets. Su estructura es monumental sin perder impacto directo, con temas como Aces High y 2 Minutes to Midnight que combinan velocidad con líneas melódicas incisivas. El cierre con Rime of the Ancient Mariner, una epopeya de 13 minutos, demostró que se podía ser grandioso sin perder contundencia. La producción afilada y el carisma instrumental de la banda completan un disco que sigue sonando imponente.
4. Sepultura – Beneath the Remains (1989)
Sepultura emergió desde Brasil con una fuerza que nadie esperaba, y Beneath the Remains fue el disco que los puso en la primera línea del metal extremo. A diferencia de producciones más caóticas de la época, aquí la brutalidad se combina con una ejecución milimétrica. Inner Self y Stronger Than Hate resumen el sonido de una banda que entendió cómo hacer que cada golpe de batería y cada riff funcionaran como una maquinaria de guerra bien aceitada.
5. Pantera – Vulgar Display of Power (1992)
Si Master of Puppets mostró el potencial del thrash en su punto más ambicioso, Vulgar Display of Power marcó el renacimiento del metal en los 90 con un enfoque más crudo y directo. Dimebag Darrell transformó el riff en un arma letal, mientras que Phil Anselmo dejó claro que la voz podía ser tan agresiva como cualquier instrumento. Walk y Mouth for War no dependen de la velocidad; su peso viene del impacto que generan en cada compás.
Conclusión
Cada uno de estos discos, a su manera, canalizó la misma energía con la que Master of Puppets se volvió una referencia. Ya sea desde la velocidad implacable, la destreza instrumental o la brutalidad en su estado más puro, todos ellos lograron capturar la esencia de un metal que no se limita a ser escuchado: exige ser sentido.