El metal es un género donde la fidelidad de los seguidores puede ser tan férrea como su resistencia al cambio. A lo largo de la historia, algunas bandas han decidido modificar su sonido, ya sea por evolución natural, por presiones comerciales o por experimentación, y en muchos casos, la reacción inicial ha sido de rechazo absoluto. Pero el tiempo, un factor que en ocasiones se convierte en el mejor crítico, ha permitido que ciertos discos pasen de ser vilipendiados a objeto de culto.
Algunos de estos álbumes fueron considerados traiciones a la esencia del metal; otros, meros errores de cálculo. Sin embargo, el contexto en el que fueron creados y la reinterpretación de su propuesta han hecho que las percepciones cambien. A continuación, un repaso por cinco discos que, en su momento, fueron condenados por la crítica y el público, pero que hoy se estudian con otra perspectiva.
Celtic Frost – Cold Lake (1988)
Si hay un caso paradigmático de rechazo absoluto en el metal, es el de Cold Lake. Tras haber establecido un legado con álbumes como To Mega Therion y Into the Pandemonium, Tom G. Warrior sorprendió con un viraje estilístico que incorporaba elementos del glam metal, tanto en sonido como en estética.
El cambio fue recibido como una traición. Los seguidores de Celtic Frost no estaban preparados para una imagen más estilizada ni para canciones con estructuras más accesibles. La crítica fue demoledora y, por años, el propio Warrior renegó de la obra. No obstante, con el paso del tiempo, Cold Lake ha sido reevaluado como un documento de época, un experimento fallido pero que evidencia la inquietud artística de la banda en un momento de crisis. Aunque sigue sin ser el disco más celebrado de su catálogo, ha ganado un lugar en la historia como un ejemplo de los riesgos que algunas bandas están dispuestas a tomar.
Megadeth – Risk (1999)
El título del álbum ya anticipaba lo que ocurriría. Risk representó un intento de Megadeth por ampliar su alcance, alejándose del thrash metal para adoptar estructuras más melódicas y una producción más pulida. Dave Mustaine había declarado que el objetivo era hacer algo distinto a lo que la banda había entregado en el pasado, pero la recepción fue fría y, en muchos casos, hostil.
El descontento de los seguidores se debió a la ausencia de la agresividad característica del grupo. Temas como “Crush ‘Em” parecían diseñados para la radio más que para los escenarios del metal. Con los años, sin embargo, se ha reconsiderado el álbum como un intento legítimo de exploración, y aunque sigue siendo divisivo, ha encontrado un público que lo valora por su producción detallada y su lugar dentro de la evolución de Megadeth.
Morbid Angel – Illud Divinum Insanus (2011)
Cuando una banda con la influencia de Morbid Angel lanza un disco que desafía las expectativas, las reacciones pueden ser intensas. Illud Divinum Insanus fue un caso extremo. En lugar del death metal técnico y oscuro que los había caracterizado, el álbum incorporaba elementos electrónicos e industriales, con canciones que rompían drásticamente con la tradición de la banda.
El rechazo fue inmediato. Críticos y seguidores cuestionaron la dirección tomada, y el álbum se convirtió en un punto de debate dentro del metal extremo. No obstante, con el tiempo ha sido reconsiderado como una propuesta audaz, aunque fallida, que demuestra la voluntad de la banda por no repetirse. A pesar de su recepción inicial, su impacto en la discusión sobre la evolución del death metal es innegable.
Black Sabbath – Technical Ecstasy (1976)
Black Sabbath había definido los cimientos del metal con sus primeros discos, por lo que cualquier desviación de su sonido era vista con escepticismo. Technical Ecstasy marcó un intento de la banda por modernizarse, incorporando influencias del rock progresivo y el AOR.
La respuesta no fue entusiasta. Para muchos, la producción más refinada y las estructuras menos densas eran señales de que Sabbath se estaba alejando de su esencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, el disco ha sido reevaluado como un capítulo interesante dentro de su discografía. Canciones como “Dirty Women” han sido rescatadas en giras recientes, y el álbum es visto como un reflejo de la necesidad de la banda por adaptarse a la segunda mitad de los años setenta.
Iron Maiden – The X Factor (1995)
La salida de Bruce Dickinson marcó un punto de inflexión en la historia de Iron Maiden. Con Blaze Bayley como vocalista, The X Factor presentó un sonido más oscuro y sombrío, acorde con el contexto personal de Steve Harris en aquel momento.
La crítica y los seguidores reaccionaron con frialdad. La voz de Bayley no tenía la misma elasticidad que la de Dickinson, y el tono depresivo del álbum contrastaba con los trabajos anteriores de la banda. No obstante, con el tiempo, se ha reconocido el valor de esta etapa como un periodo de transición. Canciones como “Sign of the Cross” y “Lord of the Flies” han sido revalorizadas, y hoy el disco es visto como una pieza fundamental para comprender la evolución de Maiden.
Conclusión
El rechazo inicial a un álbum no siempre es un veredicto definitivo. La historia ha demostrado que las percepciones cambian con el tiempo, y lo que en un momento fue condenado puede llegar a ser objeto de culto. Ya sea por su contexto, su influencia posterior o simplemente porque nuevas generaciones lo escuchan sin los prejuicios del momento, estos discos han logrado reivindicarse. En el metal, como en cualquier otro ámbito artístico, la controversia es parte del proceso de evolución.
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