Según un conteo realizado por Best Selling Album, respaldado por la crítica de diversos especialistas en música, St. Anger de Metallica se alza como el peor disco en la historia de la música. Este álbum, lanzado el 5 de junio de 2003, encabeza seis listas elaboradas por expertos de publicaciones como Q Magazine, Rolling Stone, Loudwire y Classic Rock Magazine, un “honor” que comparte únicamente con Cut The Crap de The Clash.
Este dato lo sitúa por encima de otros trabajos señalados como fracasos, como Generation Swine de Mötley Crüe, Never Let Me Down de David Bowie, Calling All Stations de Genesis, Music From The Elder de Kiss, Metal Machine Music de Lou Reed, Van Halen III de Van Halen, Cyberpunk de Billy Idol y Forbidden de Black Sabbath, todos los cuales aparecen solo en cuatro listas.
En este artículo, exploraremos las razones detrás de esta distinción, el contexto de su creación y su lugar en la historia del heavy metal, basándonos en opiniones de críticos, reseñas especializadas y plataformas de agregación.
Un reinado compartido: St. Anger y Cut The Crap
El liderazgo de St. Anger y Cut The Crap en las listas de los peores discos no es casualidad. Ambos trabajos, según el análisis de Best Selling Album, han sido destacados en seis recopilaciones de medios tan influyentes como Independent, AV Club y Flavorwire, superando a otros contendientes de peso. Mientras Metallica marcó un antes y un después en el thrash metal con discos como Ride the Lightning (1984), Cut The Crap representó el declive de The Clash, una de las bandas pilares del punk rock, en 1985. Aunque sus géneros difieren, los dos álbumes comparten un estigma: son vistos como errores imperdonables en la trayectoria de sus creadores.
El resto de los discos señalados, como Generation Swine o Metal Machine Music, no alcanzan esa marca de seis menciones, lo que refuerza la posición de St. Anger como un caso excepcional. Para los seguidores del heavy metal, este dato plantea una pregunta inevitable: ¿cómo una banda del calibre de Metallica llegó a producir un trabajo tan cuestionado?
El caos detrás de St. Anger
El contexto de St. Anger es clave para entender su recepción. A inicios de los 2000, Metallica enfrentaba una crisis interna. La salida de Jason Newsted en 2001 dejó a la banda sin bajista, mientras las tensiones entre James Hetfield y Lars Ulrich alcanzaban un punto crítico. Hetfield ingresó a rehabilitación por problemas de alcoholismo, y el proceso de grabación, capturado en el documental Some Kind of Monster (2004), reveló una dinámica disfuncional que influyó en el resultado final.
Producido por Bob Rock, el álbum buscaba un enfoque crudo y directo, alejado de la pulcritud de lanzamientos anteriores como el Black Album (1991). Sin embargo, decisiones como eliminar los solos de guitarra de Kirk Hammett y el peculiar sonido de la batería de Ulrich —descrito por muchos como un golpeteo metálico sin profundidad— generaron rechazo. Rolling Stone resumió la experiencia: “Es un disco que suena como si Metallica hubiera perdido el rumbo”.
La voz de los críticos: reseñas implacables
Las listas de “peores discos” elaboradas por medios especializados coinciden en señalar a St. Anger. Q Magazine lo incluyó por su “mezcla desastrosa y falta de cohesión”, mientras Loudwire afirmó que “Metallica intentó un giro que no convenció a nadie”. Classic Rock Magazine, por su parte, destacó que “el álbum carece del alma que definió a la banda en sus mejores años”. Estas opiniones se repiten en otras publicaciones como Slipped Discs y Line of Best Fit, consolidando su lugar en el podio de los fracasos musicales.
Las reseñas individuales no son más amables. En Pitchfork, NME y Spin, las calificaciones fueron bajas, y The Guardian lo describió como “un experimento fallido”. Allmusic le otorgó 2.5 de 5 estrellas, apuntando que “la agresividad se diluye en una ejecución torpe”. Robert Christgau, crítico veterano, lo calificó con su infame “bomba”, reservada para discos que considera desastrosos.
Las plataformas de agregación refuerzan esta narrativa. En Metacritic, St. Anger promedia 65/100 entre críticos, pero los usuarios lo puntúan con un 5.1/10. En Rate Your Music y Album of the Year (AOTY), las valoraciones lo ubican entre los trabajos menos queridos de Metallica, un reflejo de su mala recepción tanto entre expertos como entre fans.
Otros discos en la contienda
Aunque St. Anger y Cut The Crap dominan con seis menciones, otros álbumes han sido destacados por los críticos. Generation Swine de Mötley Crüe, lanzado en 1997, aparece en cuatro listas por su producción errática y su desvío del glam metal clásico. Never Let Me Down de David Bowie, de 1987, también suma cuatro menciones, criticado por su enfoque comercial forzado. Discos como Calling All Stations de Genesis (1997), Music From The Elder de Kiss (1981) y Van Halen III (1998) comparten esa marca, reflejando intentos fallidos de reinventarse.
Metal Machine Music de Lou Reed, un álbum experimental de 1975, divide opiniones: aparece en cuatro listas, pero algunos lo reivindican como una obra de vanguardia. Cyberpunk de Billy Idol (1993) y Forbidden de Black Sabbath (1995) completan este grupo, señalados por su alejamiento de las raíces de sus creadores. Sin embargo, ninguno llega al nivel de infamia de St. Anger.
El eco en el heavy metal y el legado de Metallica
St. Anger no sepultó a Metallica. La banda resurgió con Death Magnetic (2008), un regreso a sus raíces thrash que fue bien recibido, y continuó con Hardwired… to Self-Destruct (2016). Aún así, el disco de 2003 sigue siendo un tema divisivo. Algunos fans lo ven como un esfuerzo arriesgado; la mayoría, como una aberración en la discografía de una leyenda del metal.
En el panorama del heavy metal, St. Anger encapsula un momento de cambio. A principios de los 2000, el género lidiaba con la influencia del nu-metal y la necesidad de evolucionar. Metallica, al apostar por un sonido más visceral, se alejó de su esencia, lo que explica parte del rechazo.
Aquí puedes escuchar “el peor disco en la historia de la música”