Max Cavalera, fundador, guitarrista y vocalista de Sepultura, abordó en una entrevista reciente el tema del cierre de ciclo de la banda que marcó sus primeros pasos en el metal.
A sus 55 años, el músico brasileño, quien ha estado revisitando el legado de Sepultura junto a su hermano Igor “Iggor” Cavalera —exbaterista del grupo— en presentaciones centradas en el repertorio clásico, ofreció una reflexión que combina nostalgia y distancia profesional. Sus palabras, llegan en un momento clave: Sepultura, la agrupación que ayudó a definir el metal sudamericano en los años 80 y 90, anuncia su disolución tras casi cuatro décadas, aunque Max e Igor llevan tiempo desvinculados de esa etapa final. El comentario no solo pone en perspectiva su trayectoria, sino que subraya una fractura que los seguidores han debatido por años.
Para Max, el espíritu original de Sepultura no reside en la formación actual, sino en lo que él y su hermano han cultivado fuera de ella. “Siento, y no lo digo solo por mí, que muchos fans perciben que Igor y yo cargamos con el alma de Sepultura en todo lo que hacemos”, afirmó. Esta declaración apunta a una dicotomía que trasciende lo musical: la banda que aún lleva el nombre no logra, según él, replicar la esencia de sus días seminales. Mientras la alineación vigente, liderada por Andreas Kisser y Derrick Green, prepara su despedida con una gira final, los hermanos Cavalera han optado por un camino paralelo, reinterpretando temas de discos como *Beneath the Remains* o *Arise* en proyectos como Cavalera Conspiracy o shows conmemorativos. Esta decisión no es un simple ejercicio revisionista, sino un intento de preservar un vínculo visceral con el pasado, uno que Max describe como “el corazón joven” que aún late en su interior.
La distancia entre las dos facciones de Sepultura no es un secreto en el ámbito del metal. Desde su salida en 1996, tras tensiones internas y la trágica muerte de su hijastro, Max dejó atrás el nombre, pero no el legado que ayudó a forjar. Su enfoque actual, junto a Igor, se centra en un retorno a las raíces, despojado de las dinámicas comerciales o políticas que, según él, han diluido la identidad de la banda en las últimas décadas. “No tengo nada que ver con lo que están haciendo ahora, con la disolución del grupo”, aclaró, marcando una frontera clara entre su visión y la de sus excompañeros. Este contraste resuena entre los seguidores más veteranos, muchos de los cuales ven en los Cavalera una conexión directa con la ferocidad thrash y las texturas tribales que catapultaron a Sepultura al escenario global.
El valor de estas reinterpretaciones no radica solo en la nostalgia, sino en la autenticidad que Max e Igor buscan transmitir. “Lo hicimos como siempre, desde el corazón”, explicó, refiriéndose a las recientes giras donde han desenterrado piezas de su catálogo en sus primeros años.