En un cielo roto por relámpagos de expectación, Sleep Token, los enigmáticos profetas de Londres, han desvelado Even In Arcadia, su cuarto álbum, lanzado el 9 de mayo de 2025 bajo RCA Records. Este disco, un tapiz de metal progresivo, R&B, trap y pop con destellos de reggaetón, es un monolito que desafía las leyes del género. Pero, ¿es un faro de innovación o un espejismo mercadológico que abandona el metal por la seducción del mainstream? Even In Arcadia no solo tensa la cuerda entre vanguardia y accesibilidad; la corta, dejando al oyente en un abismo de preguntas. ¿Es Sleep Token una banda de metal o un lobo pop vestido de acero?
Desde su debut en 2016 con Sundowning, Sleep Token ha sido un culto sónico. Aquel álbum, una misa crepuscular de metal progresivo, jazz y pop indie, presentó a Vessel, el vocalista enmascarado que canaliza la deidad “Sleep”. This Place Will Become Your Tomb (2021) sumergió a los oyentes en un océano de post-metal melancólico, mientras Take Me Back to Eden (2023) los catapultó al mainstream con “The Summoning” y giras que agotaron arenas. Cada disco ha sido un capítulo en una narrativa mística, amplificada por el anonimato de sus miembros. Pero Even In Arcadia, con nueve millones de oyentes mensuales en Spotify y una campaña de acertijos y códigos QR inspirada en Los Pastores de Arcadia de Poussin, llega bajo la presión de equilibrar misticismo y masividad.
Musicalmente, el álbum es un caleidoscopio que deslumbra y desconcierta. La producción, impecable, teje sintetizadores etéreos, pianos minimalistas y guitarras esporádicas que rugen con precisión. La voz de Vessel, un faro de falsetes y susurros, lleva letras que exploran la fama y el anonimato con una vulnerabilidad cortante. Pero el metal, el supuesto corazón de Sleep Token, es un espectro. Los riffs djent y breakdowns de antaño ceden ante ritmos de hip-hop, cadencias de rap y ecos de reggaetón que evocan a Post Malone o Bad Bunny. Las progresiones armónicas, con modulaciones cromáticas y disonancias jazzísticas, crean un paisaje arcádico de tempos fluidos, pero la ausencia de baterías aplastantes o acordes pesados deja al disco desarraigado, un viajero sin género. Comparado con la cohesión de Leprous o Vola, Even In Arcadia parece un collage brillante pero frágil.
La gran pregunta es si Sleep Token es metal o un producto comercial. En Reddit y X, los puristas lamentan un disco “más hip-hop que metal”, con ritmos urbanos que gritan radiofórmula. El anonimato, un pilar de su mitología, desvía el foco hacia la narrativa, pero su estética—máscaras, túnicas—se siente como un telón para ocultar un giro pop. Donde Take Me Back to Eden equilibraba mundos, Even In Arcadia quema puentes, priorizando streams sobre rebeldía.
Aun así, el álbum no carece de magia. Su ambición y emoción son innegables, y su producción es un lienzo de alta definición. Pero el metal es un grito primal, y aquí apenas susurra. Escuchar Even In Arcadia es pasear por un jardín donde la belleza esconde espinas. ¿Es innovación o traición? Sleep Token arroja la pregunta al vacío, invitándonos a decidir si el metal es sonido o actitud. Adéntrate con cautela: incluso en Arcadia, la verdad es un espejismo.