Crítica a Aspiral, el nuevo disco de Epica › Heavy Mextal
dom. Abr 20th, 2025

Epica ha labrado su nombre en el metal sinfónico con una precisión casi quirúrgica, construyendo una carrera que equilibra la monumentalidad orquestal con la crudeza del metal. Desde su formación en 2002, liderados por la voz cristalina de Simone Simons y el rugido filosófico de Mark Jansen, los neerlandeses han evolucionado de las promesas ambiciosas de The Phantom Agony a la sofisticación conceptual de The Divine Conspiracy (2007) y la introspección cósmica de Omega (2021). Su noveno álbum, Aspiral, lanzado el 11 de abril de 2025 bajo Nuclear Blast, se presenta como un testimonio de su experiencia, un trabajo que destila su identidad mientras busca un horizonte nuevo. Sin embargo, este disco, aunque impecable en su ejecución, plantea una pregunta ineludible: ¿es un paso adelante o una reverencia a su propio legado? La respuesta, tras múltiples escuchas, revela una obra sólida, emotiva, pero atrapada en su propia fórmula.

El trayecto de Epica ha sido una masterclass en constancia. En Consign to Oblivion (2005), exploraron la dualidad entre lo terrenal y lo trascendente con una energía juvenil; Design Your Universe (2009) marcó un hito en su capacidad para tejer narrativa y técnica, mientras que The Quantum Enigma (2014) cristalizó un sonido accesible pero intrincado, un equilibrio que los llevó a escenarios globales. Aspiral, inspirado en el concepto de renovación cíclica que evoca una escultura de Stanisław Szukalski, parece querer sintetizar esas etapas: no es un álbum conceptual al estilo de The Holographic Principle (2016), con su trama de realidades simuladas, pero mantiene una cohesión temática sobre el cambio y la evolución humana. Esta premisa, aunque abstracta, da al disco una columna vertebral que lo sostiene durante sus 61 minutos, aunque no siempre con la intensidad que uno espera de una banda con su historial.

Desde el primer acorde, Aspiral establece su autoridad técnica. La producción de Joost van den Broek, grabada en Sandlane Studios con la orquesta sinfónica de Praga, es un ejercicio de claridad: las capas de instrumentación—desde los coros que resuenan como un concilio celestial hasta los riffs cortantes de Isaac Delahaye—coexisten sin pisarse. La batería de Ariën van Weesenbeek impulsa el ritmo con una precisión metronómica, pero también con sutileza en los momentos más introspectivos, mientras que los teclados de Coen Janssen añaden un trasfondo atmosférico que recuerda la profundidad de We Will Take You With Us (2004). Simons, siempre el eje emocional de Epica, entrega una interpretación versátil, navegando entre registros líricos y pasajes más dramáticos con una confianza que subraya sus 20 años de carrera. Los guturales de Jansen, aunque menos prominentes que en discos como Requiem for the Indifferent (2012), aportan un contraste necesario, anclando el álbum en la tradición del metal.

Musicalmente, Aspiral es un compendio de todo lo que Epica sabe hacer bien. Los arreglos sinfónicos no son un mero adorno, sino una extensión orgánica de la narrativa, con cuerdas que dialogan con las guitarras en una danza de tensión y resolución. Hay un énfasis notable en los solos de guitarra, más presentes que en Omega, que aportan un matiz progresivo y rompen la predictibilidad de las estructuras. Los cambios de tiempo, aunque no tan intrincados como en The Divine Conspiracy, mantienen la atención, mientras que los coros—grabados con una precisión que roza lo obsesivo—elevan los clímax a un plano casi litúrgico. Sin embargo, esta misma pulcritud es el talón de Aquiles del álbum: Aspiral es tan calculado que a veces carece de la chispa visceral que hacía que The Quantum Enigma se sintiera como un descubrimiento constante.

El núcleo temático de Aspiral—la idea de que el cambio es un movimiento en espiral, que regresa pero transforma—se refleja en su estructura. El disco fluye como una sola pieza, con dinámicas que alternan entre la introspección y la explosión, un recurso que Epica ha perfeccionado desde Unleashed o Storm the Sorrow. Pero esta cohesión viene con un costo: hay una sensación de familiaridad que bordea lo predecible. Donde discos como Design Your Universe arriesgaban con estructuras inesperadas o Omega se sumergía en texturas más experimentales, Aspiral opta por un enfoque conservador. No hay tracks que se sientan fuera de lugar, pero tampoco hay momentos que te detengan en seco, que te obliguen a repetir una sección por pura incredulidad. Es un álbum que complace, pero rara vez desafía.

La evolución de Epica es innegable. Han pasado de ser los herederos de Nightwish y Within Temptation a convertirse en un referente por derecho propio, capaces de llenar arenas en Europa y América Latina mientras mantienen una base de fans devota. Aspiral refleja esa madurez: hay una confianza en su ejecución que solo viene con el tiempo, una seguridad en que cada nota está exactamente donde debe estar. Pero esa confianza también puede ser una jaula. En un género donde la innovación es tan difícil como necesaria, Epica parece haber elegido la vía de la refinación sobre la reinvención. Comparado con el salto audaz de The Quantum Enigma o la densidad narrativa de The Holographic Principle, Aspiral se siente más como una consolidación, un disco que resume en lugar de expandir.

No se equivoquen: Aspiral es un logro. Es un álbum que captura la esencia de Epica—la dualidad entre lo etéreo y lo terrenal, la habilidad para hacer que lo complejo sea emocionalmente accesible—y la presenta con una producción que roza la perfección. Para los fans de siempre, será un compañero fiel, un disco que crece con cada escucha y que se siente como una carta de amor a su legado. Para los nuevos oyentes, es una puerta de entrada sólida, aunque no la más impactante, al universo de la banda. Pero para aquellos que han seguido a Epica desde los días de Cry for the Moon, hay una pregunta que persiste: ¿qué sigue? Aspiral demuestra que la banda aún tiene mucho que decir, pero también sugiere que su próximo gran capítulo requerirá un acto de valentía, un salto hacia lo desconocido que este disco, en su comodidad, no termina de dar.

En última instancia, Aspiral es un testimonio de la longevidad de Epica, una banda que ha sobrevivido a las modas del metal sinfónico manteniendo su visión intacta. No es su obra maestra—ese título sigue reservado para The Divine Conspiracy o The Quantum Enigma—, pero es un recordatorio de por qué siguen siendo relevantes: porque saben cómo hacer que el metal suene como una catedral, como un manifiesto, como un latido. Aspiral no te cambiará la vida, pero te hará querer cerrar los ojos, subir el volumen y perderte en su mundo, aunque sea por una hora. Y en un panorama musical donde tantas bandas se conforman con menos, eso es más que suficiente.

By Yussel Barrera

Jefe de información de Heavy Mextal/ Músico semiretirado de la escena under de Iztapalapa; dejé la guitarra para tomar la pluma y trazar historias en lugar de un solo./ Contacto: [email protected]/ Facebook: https://www.facebook.com/tizzn

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