A finales de los años setenta, mientras el punk rugía en las calles británicas y el rock progresivo languidecía bajo su propio peso, un movimiento musical emergió desde los sótanos y pubs del Reino Unido para revitalizar el heavy metal. La New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), término acuñado en 1979 por el periodista Geoff Barton en la revista Sounds, no solo redefinió el género con su fusión de riffs crudos, velocidad punk y narrativas fantásticas, sino que también sirvió como cuna para subgéneros como el thrash y el black metal. Entre 1975 y 1985, miles de bandas surgieron en ciudades como Londres, Newcastle y Sheffield, aunque solo unas pocas lograron grabar discos o alcanzar reconocimiento. Este movimiento, impulsado por la autogestión y sellos independientes, capturó la frustración de una juventud golpeada por el desempleo y la crisis socioeconómica, canalizándola en un sonido visceral que resonó globalmente. A continuación, exploramos cinco bandas de la NWOBHM que, pese a no haber alcanzado la fama de Iron Maiden o Saxon, dejaron un legado singular y merecen ser redescubiertas.
Angel Witch
Formada en Londres en 1977, Angel Witch destiló un sonido que combinaba la densidad del metal tradicional con un aura oscura y esotérica. Su álbum debut homónimo de 1980, con temas como “Angel Witch” y “White Witch”, destacó por sus riffs melódicos y letras que evocaban misticismo y ocultismo, un sello distintivo de la banda liderada por Kevin Heybourne. Aunque su paso por las listas británicas fue fugaz, su enfoque pionero influyó en el desarrollo del doom y el black metal. A pesar de disoluciones y cambios de formación, Angel Witch sigue activa, demostrando que su visión musical estaba adelantada a su tiempo.
Diamond Head
Originaria de Stourbridge, Diamond Head es quizás la banda más influyente de esta lista, especialmente por su impacto en el thrash metal. Su disco debut, Lightning to the Nations (1980), conocido como “el álbum blanco” del metal, es un compendio de riffs afilados y composiciones épicas como “Am I Evil?” y “Helpless”, ambas versionadas por Metallica. Liderados por Sean Harris y Brian Tatler, el cuarteto apostó por un sonido que equilibraba la agresividad con armonías complejas, mostrando influencias del rock progresivo. Aunque nunca alcanzaron el éxito comercial, su legado perdura en la admiración de bandas que transformaron el metal en los ochenta.
Tygers of Pan Tang
Desde Newcastle, Tygers of Pan Tang irrumpió en 1980 con Wild Cat, un álbum que capturó la energía cruda de la NWOBHM. Con un sonido que oscilaba entre la velocidad punk y el heavy metal clásico, temas como “Euthanasia” y “Suzie Smiled” mostraron su capacidad para enganchar con estribillos directos. La llegada del guitarrista John Sykes en Spellbound (1981) elevó su nivel técnico, con cortes como “Gangland” que destilan precisión y furia. Aunque su popularidad decayó tras experimentar con un estilo más comercial, su etapa inicial permanece como un testimonio de la vitalidad del movimiento.
Witchfynde
Con un nombre inspirado en el terror gótico, Witchfynde, formada en Derbyshire en 1974, aportó un enfoque teatral a la NWOBHM. Su debut, Give ’Em Hell (1980), fusionó riffs pesados con armonías melódicas y letras impregnadas de ocultismo, como en “Leaving Nadir”. La banda, liderada por Steve Bridges, se distinguía por su producción modesta pero efectiva. Give ’Em Hell y su sucesor, Stage Fright (1980), son reliquias de una era donde la creatividad superaba las limitaciones técnicas. Aunque su discografía es breve, Witchfynde es un ejemplo de cómo las bandas underground lograron trascender con imaginación y audacia.
Raven
Raven, también de Newcastle, encarnó el espíritu más frenético de la NWOBHM. Fundada en 1974 por los hermanos John y Mark Gallagher, su álbum debut Rock Until You Drop (1981) es un torbellino de velocidad y actitud, con temas como “Hell Patrol” que prefiguraron el speed metal. Su energía en vivo y su ética de trabajo incansable los convirtieron en favoritos de la escena, aunque su éxito fue mayor en Estados Unidos que en su país natal. La mezcla de riffs vertiginosos y voces agudas de John Gallagher definió un estilo que bandas como Anthrax y Slayer llevaron a nuevos extremos.