En el metal, hay bandas rápidas, hay bandas brutales, y luego está Saint Vitus: la encarnación misma de la pesadez. Fundada en 1978 en Los Ángeles, California, la banda no solo fue pionera del doom metal; forjó su esencia misma, rechazando la velocidad del thrash y el hair metal de su época para abrazar un tempo lento, aplastante y lleno de desesperación existencial. Saint Vitus no hace música; crea monolitos sonoros. Si buscas el riff más demoledor y la atmósfera más lúgubre, esta guía te llevará por la historia ineludible de uno de los actos más importantes y prominentes del doom.
El nacimiento del doom: la pesadez como credo
Mientras el mundo se movía hacia el speed y la técnica, Saint Vitus se mantuvo firme en su homenaje a Black Sabbath, llevando la lentitud y la tristeza a niveles extremos. Este compromiso con la lentitud y la distorsión se convirtió en el sello distintivo del doom metal.
Su álbum debut homónimo “Saint Vitus” (1984) es un manifiesto de su sonido: crudo, simple y demoledoramente pesado. Sin embargo, su prominencia se disparó con la llegada del icónico vocalista Scott “Wino” Weinrich (ex-The Obsessed) para el álbum “Born Too Late” (1986). La canción titular “Born Too Late” es, sin exagerar, el himno definitorio del doom metal. Con su riff lento y lamentable, y la voz áspera y resignada de Wino, encapsuló perfectamente la sensación de ser un marginado, un desajustado, alguien que nació demasiado tarde para su propio tiempo.
La química del riff: el núcleo de Dave Chandler
El corazón palpitante y distorsionado de Saint Vitus siempre ha sido el guitarrista y principal compositor, Dave Chandler. Su estilo no se basa en el virtuosismo rápido, sino en crear riffs que son inmensamente densos, desafinados y, a menudo, psicodélicos. Chandler usa el feedback y el bending para darle a su guitarra una voz agonizante.
Su álbum “Mournful Cries” (1988) es un excelente ejemplo de la maestría de Chandler y Wino en su punto máximo. Temas como “Bitter Loss” son lentos, tortuosos y cargados de una atmósfera de melancolía palpable. La simplicidad del riffing es lo que lo hace tan poderoso; se siente orgánico y completamente desprovisto de artificios.
Un legado inquebrantable: persistencia a través del tiempo
A pesar de los cambios en la alineación (incluyendo a los vocalistas Scott Reagers y Christian Linderson), y los períodos de inactividad, Saint Vitus ha mantenido un estatus de culto inigualable. Su influencia es audible en casi todas las bandas de doom y stoner metal que surgieron después.
Su reunión con Wino y los lanzamientos posteriores, como “Lillie: F-65” (2012), demostraron que su groove lento y aplastante seguía siendo relevante. Escuchar a Saint Vitus es un ejercicio de paciencia y recompensa, una inmersión en la pesadez catártica que te recuerda por qué el doom metal es la forma más pura y honesta del metal extremo.