Los 90 llegaron como un torbellino para el metal, un género que ya venía mutando desde los excesos de los 80 y que encontró en esa década un terreno fértil para expandirse, dividirse y, en muchos casos, reinventarse. Mientras las radios se llenaban de grunge y las discográficas buscaban el próximo gran éxito comercial, las bandas de metal apostaron por algo más visceral: llevar su música a otro nivel con videos que no solo acompañaran las canciones, sino que las elevaran a experiencias completas. La MTV, entonces en su apogeo, fue el lienzo donde estos grupos pintaron sus manifiestos visuales, desde la crudeza en vivo hasta narrativas que parecían sacadas de un sueño febril.
No se trató solo de cámaras y presupuestos; fue una cuestión de identidad. En un momento en que el metal enfrentaba la presión de diluirse o endurecerse, los videos se convirtieron en un arma para definir quiénes eran estas bandas y qué querían decir. Algunos optaron por mostrar la fuerza bruta de sus presentaciones, otros exploraron lo teatral o lo abstracto, pero todos aprovecharon el formato para conectar con una audiencia que pedía algo más que riffs y gritos. Aquí van cinco ejemplos que, por distintas razones, capturan lo que el metal de los 90 tenía para ofrecer a través de la lente.
Metallica – “Enter Sandman” (1991)
Cuando Metallica lanzó The Black Album, el mundo del metal sintió el suelo temblar, y “Enter Sandman” fue el epicentro. El video, dirigido por Wayne Isham, toma la letra sobre pesadillas y la convierte en un collage de imágenes que oscilan entre lo cotidiano y lo inquietante: un niño huyendo en la oscuridad, un anciano enfrentando su final, la banda tocando bajo una luz que parece devorarlos. No hay adornos innecesarios; cada cuadro está pensado para que la canción respire a través de la pantalla. Según Isham en una entrevista para MTV News en 1991, la idea era reflejar el subconsciente sin caer en excesos, y el resultado marcó un antes y un después en cómo el metal podía llegar a las masas sin perder su filo.
La elección aquí no es solo por su popularidad, sino por cómo logró que una banda de thrash se convirtiera en un nombre familiar. El video no explica, sugiere; te deja tarareando mientras intentas descifrar qué acabas de ver. Es un puente entre mundos, y por eso sigue siendo un referente.
Pantera – “Walk” (1992)
Pantera no necesitaba guiones elaborados ni efectos caros; ellos tenían el escenario y una furia que no cabía en el encuadre. “Walk”, dirigido por Paul Rachman, es un testimonio de lo que pasaba cuando esta banda de Texas subía a tocar: caos controlado, sudor y una conexión directa con quienes estaban al otro lado de la barricada. El video alterna entre tomas en vivo y primeros planos de Phil Anselmo escupiendo las letras como si fueran un desafío personal, mientras Dimebag Darrell hace que cada nota de su guitarra suene como un grito de guerra.
Lo que lo hace destacar es su honestidad. En una época donde el metal podía caer en poses, Pantera apostó por mostrar lo que eran: una máquina de groove que no pedía permiso. Las imágenes de los fans en el mosh pit, capturadas en varios shows según Kerrang! de 1993, refuerzan esa idea de comunidad. No es un video para analizar; es uno para sentir en los huesos.
Sepultura – “Roots Bloody Roots” (1996)
Con Roots, Sepultura no solo cambió su sonido, sino que reescribió su propia historia, y el video de “Roots Bloody Roots” es la prueba visual de esa transformación. Grabado en Brasil bajo la dirección de Fred Hartel, el clip mezcla a la banda tocando con percusionistas locales y planos de raíces rompiendo la tierra, como si la música misma brotara del suelo. Es una carta de amor a las influencias culturales que Max Cavalera quiso integrar, según explicó en Revolver en 1996, y un recordatorio de que el metal podía mirar más allá de sus fronteras habituales.
Este video importa porque muestra un riesgo que valió la pena. No se conforma con ser otro montaje de guitarras y cabeceos; te lleva a un lugar específico, te hace escuchar el pulso de algo más grande. Para una banda que ya tenía un nombre, fue un giro que los redefinió y amplió el mapa del género.
Rammstein – “Du Hast” (1997)
Rammstein apareció en los 90 como un incendio que nadie vio venir, y “Du Hast” es el momento en que el mundo volteó a ver las llamas. Dirigido por Philipp Stölzl, el video cuenta una historia de lealtad y traición con autos en llamas, máscaras y una tensión que se siente como una película de suspenso comprimida en cuatro minutos. La banda toca en un almacén mientras la narrativa se desarrolla, y cada corte está sincronizado con los golpes industriales de la canción.
La razón para incluirlo es simple: Rammstein entendió que el metal podía ser teatro sin perder potencia. En una entrevista con Metal Hammer en 1998, Till Lindemann dijo que querían que cada video fuera una experiencia, no un relleno. “Du Hast” cumple eso al pie de la letra, y su impacto ayudó a que el metal industrial cruzara océanos. Es un relato que no te suelta.
Tool – “Sober” (1993)
Tool siempre jugó en su propia liga, y “Sober” es el video que puso eso en evidencia. Dirigido por Fred Stuhr y Adam Jones, usa animación stop-motion para construir un mundo donde figuras deformes de arcilla se mueven en espacios claustrofóbicos, mientras un hombre lidia con algo que no podemos nombrar. La canción habla de adicción y vacío, y las imágenes lo traducen en una danza de sombras que no te explica nada, pero te obliga a mirar.
Su lugar aquí se justifica por cómo captura la otra cara del metal en los 90: la que no buscaba reflectores, sino introspección.
El eco de una década
Estos cinco videos no son solo cápsulas del tiempo; son ventanas a cómo el metal de los 90 encontró formas de gritar, de soñar y de existir en un mundo que a veces parecía querer dejarlo atrás. Cada uno, a su manera, muestra por qué el género no solo sobrevivió, sino que dejó marcas profundas en quienes lo vieron y escucharon. ¿Cuál te lleva de vuelta a esa época?