El rugido de una guitarra atraviesa la penumbra de un local en algún rincón de España, y de pronto el aire se llena de voces que no necesitan ensayo para alinearse. Es una escena que se repite desde los ochenta, cuando el heavy metal empezó a sonar en castellano y encontró en los coros una manera de unir a desconocidos bajo un mismo pulso. No es solo música: es un idioma que se aprende cantando, una corriente que pasa de los altavoces a las gargantas sin pedir permiso. En este país, el metal ha sabido construir canciones que no se quedan en el disco; se transforman en algo vivo cuando la gente las toma y las hace suyas.
Seleccionar cinco temas para cantar no es tarea de archivo histórico ni de gustos personales. Aquí se trata de canciones que, por cómo están armadas, invitan a soltar la voz sin importar si estás en un estadio o en la soledad de un coche en marcha. Son piezas que nacieron en estudios de Madrid, La Rioja o Segovia, pero que hoy pertenecen a cualquiera dispuesto a repetir sus letras. La clave está en los coros: directos, pegajosos, pensados para resonar en grupo. Lo que sigue es un viaje por cinco cortes del heavy metal español que demuestran por qué este género sigue siendo un asunto de pulmones y complicidad.
Mägo de Oz – “Fiesta Pagana”
Mägo de Oz salió de Madrid en 1988 con una propuesta que mezclaba riffs pesados y violines, y en 2000, con Finisterra, soltaron “Fiesta Pagana”. El coro, ese “¡Y brindemos por seguir, poder tener de beber y algún lugar donde dormir!”, es una invitación que no se rechaza. Funciona porque junta el caos de una juerga con la fuerza de un himno, y la letra se pega al primer intento, como si ya la hubieras cantado antes. Es perfecta para soltarla en grupo, con la energía de quien sabe que la noche no tiene fin mientras haya algo en el vaso.
Barón Rojo – “Los Rockeros Van al Infierno”
En 1982, Barón Rojo grabó Volumen Brutal y dejó caer “Los Rockeros Van al Infierno”. El coro, un descarado “¡Los rockeros van al infierno, qué bien lo vamos a pasar!”, es un reto que se canta con el mentón en alto. Esta banda madrileña entendió que no hacía falta complicar las cosas: una frase directa, un ritmo que empuja y listo. Está aquí porque es imposible escucharla y no sumarte, como si fuera un pacto tácito entre los que eligen el metal como bandera.
Tierra Santa – “La Canción del Pirata”
Tierra Santa, desde La Rioja, tomó un poema de José de Espronceda y lo convirtió en metal con “La Canción del Pirata”, parte de Legendario (1999). El coro dice “¡Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad!”, y cada palabra cae como un golpe que pide ser repetido. La canción te lleva a un barco que nunca has pisado, pero que sientes en la piel cuando la cantas. Es una elección natural: la melodía sube, la letra fluye y el resultado es un grito colectivo que no necesita ensayo.
Obús – “Va a Estallar el Obús”
Obús llegó desde Madrid en los ochenta con un sonido que no se andaba con rodeos, y en 1982, con Poderoso como el Trueno, soltaron “Va a Estallar el Obús”. El coro, un repetitivo “¡Va a estallar, va a estallar el obús!”, es puro instinto. No hay metáforas ni adornos, solo una frase que te empuja a gritarla hasta que la voz se quiebre. Entra en esta lista porque es una descarga que cualquiera puede seguir, un disparo que resuena mejor cuando lo lanzas con otros.
Lujuria – “Corazón de Heavy Metal”
Formados en Segovia en 1993, Lujuria trajo “Corazón de Heavy Metal” en Sin Parar de Pecar (1998). El coro, con su “¡Corazón de heavy metal, late fuerte en mi interior!”, es una declaración que se siente en el pecho antes que en la cabeza. La canción va directa al grano, y eso la hace ideal para cantarla sin pensar, solo dejando que el ritmo te arrastre. La pongo aquí porque es un espejo para quienes ven el metal como algo que se vive, no solo se escucha.
Estas cinco canciones no son un accidente. Han pasado años desde que salieron, y aún se mantienen porque sus coros son un imán para las voces, porque las letras se graban sin esfuerzo y porque, al cantarlas, algo se enciende. Son del heavy metal español, sí, pero podrían sonar en cualquier parte donde alguien quiera alzar la voz y encontrar eco. Si no las has probado en carne propia, sube el volumen y empieza.
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