El power metal en España durante los 2000 no fue un fenómeno masivo, pero sí un incendio subterráneo que ardió con fuerza entre los fieles al género. Mientras el mundo veía explotar el metalcore y el nu metal se desinflaba, aquí el panorama se llenó de espadas, dragones y melodías galopantes que resonaban en pequeños locales y discos que pasaban de mano en mano. No era una escena para las masas; era un refugio para quienes buscaban velocidad, coros épicos y un escape hacia mundos más grandes que la realidad. Los 2000 trajeron una mezcla de veteranía y sangre nueva al power metal español, con bandas que tomaron el testigo de los 80 y 90 para darle su propio giro, a veces con teclados grandilocuentes, otras con riffs que cortaban como acero. Este top recorre diez álbumes que, por su solidez, su contexto o su audacia, dejaron un eco en esa década. Sin adornos ni promesas exageradas, solo discos que hablan por sí mismos.
1. Dark Moor – The Gates of Oblivion (2002)
Los madrileños de Dark Moor soltaron este trabuco en pleno auge del power metal europeo. Con Elisa Martín aún al micrófono, The Gates of Oblivion es un torbellino de coros, teclados y guitarras que no dan tregua. Temas como “Nevermore” o “A New World” muestran una banda en su punto más afilado, antes de que los cambios de formación los llevaran por otros caminos. Grabado con Arise Records, el disco tiene esa vibra de fantasía medieval que pegó fuerte en la época. Un arranque sólido para los 2000.
2. Mägo de Oz – Gaia (2003)
Aunque Mägo de Oz ya coqueteaba más con el folk, Gaia (Locomotive Music) mantiene un pie firme en el power metal. La ambición de este álbum conceptual, con tracks como “La costa del silencio” y “El atrapasueños”, lo convierte en un viaje narrativo que no escatima en potencia. Los violines y flautas no suavizan los riffs; los potencian. Fue un paso clave para una banda que ya era un gigante en España, pero aquí se nota cómo jugaron con estructuras más complejas sin perder el gancho.
3. Saratoga – Agotarás (2002)
Saratoga llegó a los 2000 con el motor a tope. Agotarás (Avispa Music) es un disco que respira velocidad y melodía, con “Las puertas del cielo” y la titular “Agotarás” como estandartes. La voz de Leo Jiménez brilla en un momento en que el power metal español buscaba figuras que pudieran competir con los titanes europeos. No reinventa la rueda, pero sí pisa el acelerador con una precisión que pocos alcanzaron entonces.
4. Tierra Santa – Sangre de reyes (2001)
Desde La Rioja, Tierra Santa lanzó Sangre de reyes (Locomotive Music) con un enfoque directo: historias épicas y riffs que enganchan. “Legendario” y “La sombra de la bestia” son cortes que podrían haber sonado en cualquier castillo de fantasía. El disco tiene un aire crudo, menos pulido que otros de la lista, pero esa aspereza lo hace genuino. Fue un puente entre el heavy clásico y el power metal que marcó la década.
5. Lujuria – El poder del deseo (2003)
Lujuria nunca fue power metal puro, pero El poder del deseo (Locomotive Music) tiene esa chispa melódica y acelerada que lo cuela en la conversación. “Corazón de heavy metal” y “Jeckyll & Hyde” traen coros pegajosos y una energía que no se toma demasiado en serio. Es un disco que juega con el humor y la pasión, algo que en los 2000 se agradecía entre tanto dragón solemne.
6. Dark Moor – The Hall of the Olden Dreams (2000)
Antes de The Gates, Dark Moor abrió la década con este trabajo (Arise Records). “Somewhere in Dreams” y “Maid of Orleans” son pura adrenalina con teclados que suenan como si dirigieran una carga de caballería. La producción es más sencilla que sus discos posteriores, pero la química entre Elisa y el resto de la banda da un resultado que vibra con frescura. Un debut de siglo que no pasa desapercibido.
7. Azrael – Mafia (2001)
Granada aportó a Azrael, y Mafia (Locomotive Music) es su carta más fuerte de los 2000. “Vuela” y “No muerto” combinan riffs rápidos con estribillos que se te pegan como alquitrán. No tienen la pompa sinfónica de otros, pero compensan con una actitud callejera que da un giro distinto al power metal. Es un disco que respira sudor y cuero, raro en un género tan dado a las capas y las coronas.
8. Saurom – Sombras del este (2002)
Saurom, aún bajo el nombre Saurom Lamderth, lanzó este doble álbum (Red Dragon Records) inspirado en Tolkien. “El salto de Léod” o “La posada del Poney Pisador” traen esa mezcla de power metal y folk que los definiría después. Los teclados y las voces corales pintan un paisaje sonoro que no teme ser teatral. En 2002, esto fue un experimento arriesgado que abrió caminos para el género en España.
9. Ankhara – Dueño del tiempo (2000)
Ankhara arrancó los 2000 con Dueño del tiempo (Locomotive Music), un disco que equilibra potencia y melodía sin caer en excesos. “3:40” y “Un paso más” tienen ese toque de urgencia que engancha, con la voz de Pacho Brea cortando como un filo. No alcanzaron la fama de otros, pero este trabajo tiene una consistencia que lo hace destacar entre los discos de la época.
10. Sphinx – Mar de dioses (2003)
Cádiz trajo a Sphinx, y Mar de dioses (Non Serviam Records) es su pico en los 2000. “A las puertas del infierno” y “Luz en la oscuridad” ofrecen riffs veloces y coros que invitan a levantar el puño. La producción es ajustada, sin lujos, pero la energía compensa cualquier carencia. Es un cierre perfecto para esta lista, mostrando cómo el power metal español podía sonar firme y sin pretensiones.
Estos diez discos son instantáneas de una escena que, aunque no dominó titulares, tuvo su propio fuego. Los 2000 fueron años de transición, con bandas buscando su lugar entre las sombras del pasado y las promesas del futuro. Si te pica la curiosidad, busca estas grabaciones; todavía tienen vida en sus surcos y bits. El power metal español de esa década no pidió permiso, solo se lanzó al galope.