En el futuro, apreciaremos plenamente la magnitud de lo que ocurrió esta semana en la Ciudad de México: la llegada de dos leyendas del metal de culto: Tom S. Englund y Robert Scott “Wino” Weinrich, con apenas dos días de diferencia. Englund, liderando a Evergrey, nos deleitó con su sonido sublime, una mezcla perfecta de power metal, progresivo y melódico. Por otro lado, Weinrich, al frente de The Obsessed, demostró por qué es considerado un pionero indiscutible del género stoner/doom. Los detalles de la actuación de los de Gotemburgo, Suecia, pueden ser revividos en este enlace (Evergrey en México), pero las siguientes líneas se dedicarán a narrar el hipnótico y espeso espectáculo que el padrino del doom metal brindó en México el pasado 13 de junio.
Hablar de Scott Weinrich, no es poca cosa, es referirse a un personaje al que titanes de la talla de Lemmy Kilmister (Motörhead) o Henry Rollins (Black Flag), así como gigantes de la industria como Dave Grohl (Foo Fighters/Nirvana) elogiaron hasta el cansancio. Y no es para menos, todos —en menor o mayor medida— le deben algo al de Rockville, Maryland, ya sea por ese sonido denso que comenzó a forjar con The Obsessed, o algún otro elemento aportado a través de sus múltiples proyectos como Premonition 13, Place of Skulls, Shrinebuilder, Spirit Caravan, The Hidden Hand o Saint Vitus. Por eso y más motivos, su regreso a México era imperdible para todo amante de los sonidos densos y pantanosos que hacen levitar el alma.
La última visita de The Obsessed al país había sido en febrero de 2020 (justo antes de la pandemia de Covid-19) en el marco de la primera edición del Doom City Fest. Esta vez, de la mano de la promotora Cacique Entertainment, el escenario sería el Foro Veintiocho de la Ciudad de México. La cita estaba pactada a las 19:20 horas, a la cual llegamos puntuales para poder ser testigos de la actuación de dos prometedoras bandas de la escena local: Oculto y The Wicked Ones. La primera en salir al escenario, ante un escaso público, fue Oculto, una banda capitalina formada por únicamente dos integrantes (Adán Nájera en el bajo y Gerson Paredes en la batería), los cuales, acompañados por una pista pre-grabada que llenaba el espacio con sonidos ominosos y densos ofrecieron una actuación lisérgica y aplastante que golpeó con fuerza los sentidos de los presentes, entre ellos Chris Angleberger, y Jason Taylor, bajista y guitarrista, respectivamente, de The Obsessed, quienes salieron tras bambalinas para, con cerveza en mano, ser testigos de la presentación de los dos mexicanos. Al final, el público ofreció una más que merecida ovación. Si el primer acto estuvo cargado de doom, el segundo, de la mano de The Wicked Ones, complementó la fórmula con un stoner muy de la vena de los 70. Los también mexicanos, navegaron por alrededor de media por los arenosos mares de la psicodelia, el stoner y el rock duro, mostrando un sonido filoso y denso, pero armónico, que es capaz de agradar a los amantes del metal, pero también a personas con gustos menos oscuros.
The Obsessed a escena
El ligero olor a planta de poder anunciaba una cosa: la presentación de The Obsessed estaba más cerca que nunca, y la expectación aumentó cuando aparecieron “Wino” Weinrich (guitarra y voz), Brian Costantino (batería), Chris Angleberger (bajo) y Jason Taylor (guitarra), para alistar ellos mismos sus respectivos instrumentos. Tras dejar todo listo, las luces se apagaron y regresaron al backstage. Justo cuando el aroma a magia se intensificaba, “Wino” y compañía saltaron al escenario para interpretar Brother Blue Steel, un clásico de su aclamado álbum de 1991 “Lunar Womb”, ese que la portada es el famoso cuadro de Francisco Goya en el que Saturno devora a uno de sus hijos.
Esos riffs densos fueron el deleite de todos los presentes, que inmediatamente entramos en un trance guiado por esa peculiar voz de “Wino”, que como bien dijo alguna vez Henry Rollins, suena como “cuando alguien se enoja muy lentamente”. Luego vinieron Streamlined con su ritmo muy a la Motorhead, y Daughter of an Echo, la canción que abre su más reciente álbum lanzado en febrero pasado y que demuestra que las ideas y el sonido que “Wino” imprime en The Obsessed sigue siendo atemporal; lento, pero lleno de fuerza.
“Wino” Weinrich, líder y fundador de The Obsessed, durante su actuación en el Foro Veintiocho el pasado 13 de junio de 2024.
Para esos momentos el “Padrino del Doom” ya había dicho unas cuantas palabras, que realmente fueron difíciles de entender por ese peculiar acento sureño que tiene, lo que no impidió que el público gritara y lo ovacionara, porque a final de cuentas no importaba lo que dijera, sino cómo se entregara al público. Y vaya que lo hizo, sin escatimar entregó 20 temas que incluyeron Sacred, Streetside, Blind Lightning, Punk Crusher, Endless Circles, Gilded Sorrow, The Way She Fly, Hiding Mask, Sodden Jackal, Stoned Back to the Bomb Age, Lost Sun Dance, entre otras. Fue una hora y media de escuchar verdaderas joyas de la discografía de The Obsessed, que fueron desde ese stoner arenoso de los 70 con el que comenzaron a forjar su leyenda, hasta ese doom espeso y envolvente que puso las bases de miles de bandas de lo que hoy es uno de los subgéneros más interesantes del metal. Luego de un “no entiendo lo que me dicen, pero los amo” de “Wino” al público, y cuando sonaron los últimos acordes de Lost Sun Dance, ese cover rasposo y fangoso de Spirit Caravan (otra banda de “Wino”), la sensación era de satisfacción, y aunque la asistencia del público en el Foro Veintiocho no cumplió con las expectativas, aquellos que estuvimos presentes nos aseguramos de transmitir la singularidad del evento. Fue una noche donde la calidad musical eclipsó la cantidad, y los fanáticos presentes, premiados con un “Wino” dando hasta el último autógrafo pedido, sabíamos que estábamos siendo parte de un momento que posiblemente no se repita.
Fotografías: Johanna Malcher