El punk español no fue un accidente ni una moda pasajera importada de fuera. Nació en los márgenes de una España que, a finales de los setenta, intentaba descifrar su propio reflejo tras años de censura y control. En garajes, bares de mala muerte y locales okupados, un montón de chavales sin mucho que perder encontraron en tres acordes y un grito la manera de responderle al mundo. No era solo música: era un espejo roto que mostraba la rabia de los suburbios, el hastío de las fábricas y el eco de una libertad que aún no terminaba de aterrizar. Aquí no había postureo ni poses prestadas; el punk se escribió en español porque no había otra forma de contarlo.
Hablar de cinco bandas que merecen atención es meterse en un terreno resbaladizo: el género tiene demasiados nombres que podrían reclamar su sitio. Pero esta lista no va de los sospechosos habituales que todo el mundo cita en automático. Aquí se apuesta por proyectos que, sin tanto reflector, dejaron marcas profundas en la escena por su manera de torcer las reglas, de desafiar el molde o de llevar el punk a rincones que no siempre se exploran. Son elecciones pensadas desde alguien que ha pasado horas desenterrando cintas y vinilos, buscando esas voces que no se conformaron con repetir la fórmula.
1. TDK
Desde Barcelona, TDK arrancó en los ochenta con un punk que no se quedaba en la superficie. Su disco SLC Punk (1990) es un collage de velocidad y letras que no dan tregua, hablando de desilusiones juveniles y de un sistema que aprieta hasta asfixiar. No tienen la fama internacional de otros, pero su crudeza y su manera de mezclar el punk con guiños al hardcore los convierten en un nombre que merece más ruido. Los elijo porque su sonido captura esa sensación de estar atrapado en una ciudad que no te deja respirar, algo que sigue pegando hoy.
2. Lendakaris Muertos
Pamplona les dio vida en 2004, y aunque llegaron tarde a la primera ola del punk, Lendakaris Muertos no vinieron a reverenciar el pasado, sino a reírse de él y de todo lo demás. Canciones como “Oso panda” o “Detective” son dardos envenenados que usan el sarcasmo como arma, apuntando a políticos, policías y hasta a la propia escena punk. Los traigo aquí porque su humor ácido y su ritmo implacable demuestran que el género no tiene que vivir de recuerdos: puede seguir mordiendo con dientes nuevos.
3. Vómito
Otro hijo del País Vasco, Vómito se formó en 1985 y se movió entre el punk y el hardcore sin pedirle permiso a nadie. Su disco Los gobiernos pasan, las sociedades mueren, pero la policía es eterna (1987) es un puñetazo que no se anda con rodeos, con letras que van de lo personal a lo político sin perder el paso. No son tan citados como otros, pero su manera de canalizar la frustración de una generación que creció entre crisis y promesas rotas los hace imprescindibles. Los pongo en la lista porque su energía cruda sigue resonando como si el tiempo no hubiera pasado.
4. Distorsión
Galicia no suele ser el primer lugar que te viene a la mente cuando piensas en punk español, pero Distorsión, desde A Coruña, llegó en los noventa para cambiar eso. Su mezcla de punk con toques de oi! y una actitud que no se doblega está en discos como Kalle 77 (1997), donde las letras hablan de lucha y resistencia sin caer en sermones. Los elijo porque traen una perspectiva distinta, una voz del noroeste que no siempre se escucha en las conversaciones sobre el género, pero que tiene tanto peso como las del centro o el norte.
5. Hachazo
Madrid los vio nacer en 2006, y Hachazo es prueba de que el punk no se quedó congelado en los ochenta. Su sonido es un torbellino que mezcla la velocidad clásica con una rabia que se siente fresca, como en Círculo vicioso (2010). Hablan de lo que les rodea —la precariedad, el descontento, las noches que no acaban— con una honestidad que no necesita adornos. Están aquí porque representan cómo el punk sigue mutando, adaptándose a un mundo que no ha dejado de dar razones para gritar.
Estas cinco bandas no son las que siempre encabezan las listas, y esa es la idea. Son piezas de un rompecabezas más grande, cada una con su propia manera de entender el punk y de hacerlo sonar en español. Si las escuchas, no esperes solo ruido: espera que te sacudan la cabeza y te hagan mirar dos veces lo que tienes delante.