Fotografías: Johanna Malcher
El sol caía a plomo sobre Guadalajara, Jalisco, el pasado sábado 17 de mayo de 2025, con temperaturas que superaban los 30°C, convirtiendo la ciudad en un horno. Sin embargo, para los miles de metaleros que se congregaron en el Teatro Estudio Cavaret, el calor no era más que un preámbulo para el infierno sónico que les esperaba. La segunda edición de The Metal Fest MX, organizada por Cacique Entertainment, había prometido llevar el fuego del heavy metal al corazón del occidente mexicano, y cumplió con creces. Originalmente programado en la Concha Acústica del Parque Agua Azul, el evento fue trasladado al más íntimo Teatro Estudio Cavaret días antes debido a una venta de boletos menor a la esperada. Sin embargo, el cambio no apagó el ánimo de la multitud, que llegó ataviada con chalecos de parches (lo más valientes), camisetas negras y una sed insaciable por riffs, además de un río de cervezas heladas que corría sin parar por el recinto.

Cuando las puertas se abrieron al mediodía, el aire estaba cargado de expectación, sudor y el zumbido leve de los amplificadores calentándose. Los fans se arremolinaban, intercambiando historias de conciertos pasados y especulando sobre los setlists, sus voces compitiendo con el sonido de los vasos de cerveza y el ocasional grito de “¡A huevo!” de los más entusiastas. El Teatro Estudio Cavaret, con su capacidad más reducida, creó una atmósfera de olla a presión, donde cada riff y cada grito golpearían como un martillo. Cacique Entertainment, tras la primera edición en el Velódromo Olímpico de la Ciudad de México en 2024, había armado un cartel que abarcaba todo el espectro del metal: desde los himnos bélicos de Sabaton hasta la ferocidad folk de Ensiferum, la maestría progresiva de Ne Obliviscaris, el thrash despiadado de Heathen, el heavy metal clásico de Burning Witches, el death metal melódico de Kataklysm y el talento local de Speedfreak y All Misery. Este era un festival para cada tipo de metalero.
El primer disparo: Speedfreak y All Misery
A las 12:30 en punto, el festival arrancó con Speedfreak, una banda mexicana de speed metal que descargó media hora de velocidad pura. Sus riffs vertiginosos y su energía implacable marcaron la pauta, con el público—aún llegando bajo el sol del mediodía—ya lanzándose a los primeros moshpits de la tarde. A la 1:30 de la tarde, cuando el calor apretaba con más fuerza, fue el turno de All Misery, una agrupación de metalcore oriunda de Guadalajara. Jugando en casa, aprovecharon el escenario para desatar el caos con sus característicos breakdowns, que hicieron estallar moshpits en varios puntos del recinto. El público, con las gargantas ya calientes y las cervezas en la mano, respondió con una energía que parecía desafiar la temperatura abrasadora.
Burning Witches: Las reinas del heavy metal
A las 2:30 de la tarde, el escenario se iluminó con la llegada de Burning Witches, la banda suiza femenina que ha revitalizado el heavy metal clásico con su estilo directo y enérgico. Formadas en 2015, estas cinco mujeres han conquistado escenarios europeos con su mezcla de riffs afilados y melodías pegajosas, y en Guadalajara no fue la excepción. Cada integrante fue ovacionada al subir al escenario, con la vocalista Laura Guldemond liderando el ataque con una presencia imponente. Su setlist, cargado de himnos como “Hexenhammer” y “The Witch of the North”, resonó con fuerza, y el público mexicano, conocido por su devoción, coreó cada estribillo como si fuera un himno nacional. El calor no detuvo a las brujas, que parecían alimentarse de la energía del público.


Heathen: El thrash que no envejece
A las 4:00 de la tarde, el infierno se desató con Heathen, veteranos del thrash metal de la Bahía de San Francisco. Formados en 1984, son parte de la segunda ola del thrash junto a bandas como Testament y Exodus, y su presentación en The Metal Fest fue un recordatorio de por qué siguen vigentes. Con un setlist que incluyó clásicos como “Death by Hanging” y “Goblins Blade”, el Teatro Estudio Cavaret se convirtió en un campo de batalla, con moshpits despiadados estallando por doquier. El vocalista David White, con su carisma crudo, conectó con el público, que respondió con puños en alto y gritos ensordecedores.



Ensiferum: Entre el folk y la furia
A las 5:45, con un ligero retraso por problemas técnicos de audio, los finlandeses de Ensiferum tomaron el escenario. Con más de dos décadas de carrera, esta banda es un pilar del folk metal, pero en esta ocasión sorprendieron con un set más agresivo, inclinándose hacia sus raíces death metaleras sin abandonar los elementos folclóricos que los hicieron famosos. Su setlist incluyó temas como “In My Sword I Trust” y “Lai Lai Hei”, que desataron una respuesta visceral en el público. La banda, liderada por Petri Lindroos, navegó con maestría entre melodías épicas y guturales furiosos, mientras los fans, empapados en sudor y cerveza, cantaban al unísono.



Ne Obliviscaris: La complejidad en su máxima expresión
A las 7:15, los australianos de Ne Obliviscaris subieron al escenario, trayendo consigo su mezcla única de metal progresivo, death metal y elementos sinfónicos. Formados en Melbourne en 2003, esta banda ha ganado un culto global gracias a su virtuosismo técnico y su capacidad para tejer paisajes sonoros complejos. Su setlist, que incluyó joyas como “Equus”, “Intra Venus”, “Painters of the Tempest (Part II): Triptych Lux” y “And Plague Flowers the Kaleidoscope”, fue un despliegue de precisión quirúrgica. El violinista Tim Charles, con su melena al viento, añadió una capa de elegancia a la brutalidad, mientras el vocalista Xenoyr alternaba entre guturales desgarradores y pasajes melódicos. El público mexicano se rindió ante la banda, aunque algunos fans, agotados por el calor y las horas de pie, optaron por sentarse en las orillas del recinto, contemplando el espectáculo con cervezas en la mano.



Kataklysm: Una tormenta de death metal
A las 9:10 de la noche, Kataklysm desató una verdadera catástrofe sonora. Los canadienses, pioneros del “northern hyperblast” desde 1991, llegaron con un setlist devastador que incluyó “Goliath”, “Underneath the Scars”, “Like Angels Weeping (The Dark)”, “Manipulator of Souls”, “Narcissist”, “Guillotine”, “The Rabbit Hole” (tocada por primera vez en vivo), “As I Slither”, “At the Edge of the World”, “Thy Serpents Tongue”, “Die as a King”, “In Shadows & Dust”, “Taking the World by Storm” y “The Black Sheep”. Las guitarras afiladas de Jean-François Dagenais, el bajo atronador de Stéphane Barbe y la batería incansable de James Payne crearon un muro de sonido que hizo temblar el Teatro Estudio Cavaret. El vocalista Maurizio Iacono, con su carisma brutal, mantuvo al público en un frenesí constante, mientras los moshpits se volvían cada vez más salvajes. El debut en vivo de “The Rabbit Hole” fue un momento destacado, con los fans coreando con sorpresa y entusiasmo ante la nueva joya de los canadienses.



Sabaton: El gran final
A las 10:35 de la noche, el plato fuerte del festival hizo su entrada: Sabaton. Los suecos, conocidos por sus himnos épicos sobre batallas históricas, desataron la locura desde el primer segundo. Su setlist fue un recorrido por su discografía, con “Ghost Division”, “The Last Stand”, “The Red Baron”, “Bismarck”, “Stormtroopers”, “Carolus Rex” (en su versión sueca), “Night Witches”, “The Attack of the Dead Men” (con introducción histórica), “Fields of Verdun”, “The Art of War”, “Resist and Bite”, “Soldier of Heaven”, “Christmas Truce”, “Shiroyama”, “Primo Victoria”, “Swedish Pagans” y “To Hell and Back”. Liderados por el carismático Joakim Brodén, Sabaton fue un tornado en el escenario, con el baterista Hannes Van Dahl tocando con una velocidad que parecía desafiar las leyes de la física.


Antes de terminar la primera canción, Brodén saludó al público con un “¡Muchas gracias, México!”, desatando una ovación ensordecedora. Un momento icónico llegó a mitad del concierto, cuando el vocalista sacó su infame guitarra rosa de Hello Kitty y tocó los primeros acordes de “Master of Puppets” de Metallica, deteniéndose justo antes de la letra para cantar a capela las primeras estrofas, acompañado por miles de voces en el público. Tras este guiño, que desató risas y complicidad, Brodén anunció con una sonrisa: “¡Disco time!”. El público, rendido ante la banda, coreó “¡Sabaton!” en cada pausa, mientras la energía del concierto alcanzaba su punto álgido, como un ejército celebrando una victoria en el campo de batalla.
The Metal Fest MX 2025 se llevó a cabo sin mayores contratiempos, con un sonido impecable en general y un cumplimiento razonable de los horarios. Sin embargo, no todo fue perfecto. No se respetaron las zonas asignadas, permitiendo que los asistentes transitaran libremente por el recinto, lo que generó algunas molestias entre quienes pagaron por áreas preferenciales. Además, los vendedores de bebidas fueron motivo de quejas: los refrescos se cobraban como dobles, pero en realidad se servía una sola lata de cerveza con hielo ocupando la mitad del vaso, lo que dejó un mal sabor de boca entre algunos asistentes. A pesar de estos detalles, la atmósfera del festival fue de pura celebración.
Cuando las luces se apagaron y los últimos acordes de “To Hell and Back” resonaron en el Teatro Estudio Cavaret, los fans, exhaustos pero felices, abandonaron el recinto con las gargantas roncas y los corazones llenos.



