En el turbio universo del thrash metal, pocas rivalidades han generado tanto debate como la de Metallica y Megadeth. Surgidas de un mismo núcleo creativo, estas dos bandas no solo compartieron raíces, sino también una tensión que se convirtió en uno de los motores más potentes de la escena metálica de los 80. Pero, ¿quién tuvo mayor impacto en aquella década? No es una pregunta de respuesta sencilla, ya que ambas marcaron caminos diferentes mientras moldeaban un género en crecimiento.
Metallica: Velocidad, melodía y masificación
Metallica irrumpió en el panorama con la energía cruda de Kill ‘Em All (1983), un álbum que encapsulaba el espíritu DIY y la agresividad punk que caracterizaron los primeros años del thrash. Rápidamente evolucionaron hacia composiciones más ambiciosas con Ride the Lightning (1984) y alcanzaron una maestría compositiva en Master of Puppets (1986), considerado por muchos como un pilar absoluto del metal. James Hetfield, Lars Ulrich y compañía no solo definieron el sonido de su tiempo, sino que lo llevaron más allá de los círculos del underground, preparándose para ser cabezas de cartel en estadios de todo el mundo.
Megadeth: Técnica, oscuridad y una visión desafiante
En el rincón opuesto se encontraba Megadeth, creada en 1983 por Dave Mustaine, el furioso exintegrante de Metallica. Mustaine, conocido por su virtuosismo y líricas cargadas de cinismo, se lanzó al ataque con Killing Is My Business… and Business Is Good! (1985), que ya mostraba su inclinación por estructuras más complejas y letras que desafiaban normas sociales y políticas. Con Peace Sells… but Who’s Buying? (1986), Megadeth consolidó su reputación como la banda que los intelectuales del metal admiraban por su enfoque técnico y oscuro.
La esencia del debate
La comparación entre Metallica y Megadeth en los años 80 se parece más a un duelo entre gigantes que a una competencia directa. Mientras que Metallica alcanzó una conexión más amplia gracias a su equilibrio entre accesibilidad y agresividad, Megadeth ofreció una alternativa para quienes buscaban complejidad y desafío. Ambas bandas nutrieron el thrash en diferentes direcciones: Metallica abrió puertas hacia audiencias más grandes, mientras que Megadeth profundizó en las capas más densas del género.
Elegir un ganador, por tanto, depende de lo que buscas en tu metal. ¿Prefieres los himnos poderosos que te hacen gritar en un estadio lleno? Metallica está ahí para ti. ¿Te inclinas por la precisión quirúrgica y el comentario mordaz? Megadeth te espera.
Y tal vez esa sea la respuesta final: no se trata de quién fue “mejor,” sino de cómo ambas bandas coexistieron y crearon una narrativa en la que el thrash metal brilló como nunca.