Braulio Carbajal/Yussel Barrera.
León, Guanajuato
Una ave negra, carcomida, con vísceras y huesos expuestos yacía sobre el incandescente pavimento a escasos metros de la Velaria de la Feria de León, dando (por accidente) la bienvenida a la segunda edición del Candelabrum Metal Fest. Esta dantesca escena era una advertencia fiel de lo que se avecinaba durante dos días: una horda vestida de negro, que portaba con orgullo camisetas con tipografía ilegible, cabellos largos, pesadas botas, pantalones de cuero, estoperoles y corpsepaint. Cada uno tenía su propio estilo, pero todos compartían algo en común: una sed insaciable de riffs bestiales y un hambre voraz de metal, que serían saciadas con la presencia de 25 bandas que abarcaban diversas ramas del género, lideradas por leyendas como Autopsy, Dark Tranquillity, Immolation y Paradise Lost.
La espera desde la anhelada primera edición del 2022 (se canceló en dos ocasiones) que entregó actuaciones memorables de Over Kill, Carcass, Moonspell, Voivod y Candlemass, entre muchas otras, terminó el sábado 2 de septiembre en punto de las 12:00 cuando saltó al escenario Black Mask, una banda de heavy metal clásico que inauguró la presencia mexicana en el festival, complementada con el death metal old school de Cathartic, que presentó temas de su aclamado álbum debut “Through the Abysmal Gates of Subconscious” y con el death/doom de Majestic Downfall, que dio cátedra al presentar un setlist potente que recorrió temas de los seis álbumes de su extensa trayectoria que data de 2007.
Mientras las bandas mexicanas se presentaban, una mala noticia recorría el recinto: “Lo sentimos chicos, nuestra actuación en el Candelabrum queda cancelada”, ese fue, a grandes rasgos, el mensaje con el que la banda sueca Grave anunciaba que no se presentaría en el festival leonés, argumentando, sin dar detalles, “un problema con la aerolínea”, explicación, que no convenció a Kezhia Quintero, organizador del Candelabrum, que sin titubear señaló el poco profesionalismo de los comandados por Ola Lindgren. “Ya nos cansamos de ser buena onda y dar oportunidades. En la edición pasada cancelaron y reagendamos, pero ahora hubo falta de profesionalismo y no lo toleraremos. Ni siquiera nos avisaron, nos enteramos por las redes y después llegó la llamada”, contó Quintero.
La noticia hizo mella en la audiencia, pues con álbumes como “Into the Grave” (1991), los suecos fueron una las de agrupaciones que construyeron el sonido del death metal; sin embargo, el show debía continuar y Devil Master, fue la encargada de comenzar con la avalancha de actuaciones internacionales. Desde Filadelfia, Pensilvania, los formados en 2015 presentaron una especie de mezcla entre punk y black metal, era como si en el escenario estuviera tocando la versión black de los Misfits. Pero si de mezclas extrañas hablamos, nada mejor que Into the Woods, formada en Noruega a principios de los 90, fundamental en el actual sonido avant-garde, con una ecléctica combinación entre black, doom y progresivo con tintes de Pink Floyd, Jefferson Airplane y King Crimson, que rápidamente conectaron con el público mexicano.
Los noruegos que, cuenta la leyenda, en los 90 enviaban cartas a las disqueras con nada más que fotografías del frío bosque de su país, se dejaron llevar y se olvidaron del reloj que tenían a su lado izquierdo, el cual cronometraba el tiempo de actuación de cada banda, y que al llegar a cero, sin miramientos, apagó el sonido dando por terminada su actuación. Desconcertada, la banda se retiró del escenario, pero apoyada por la ovación del público mexicano, que en esta ocasión, dijeron los organizadores, era más que en la edición del año pasado.
Para estas alturas el sol se las había arreglado para librar el gigante domo de la Velaria y pegar directamente en el frente del escenario, lo que provocó que el público se refugiara metros atrás dejando vacía la primera zona. Así, apareció una de las cinco bandas suecas que se hicieron presentes: Mörk Gryning con su black metal, a la que siguió Unto Others, banda estadunidense de heavy metal/gótico que entró como “bateador emergente” luego de que unos días antes se anunciara la cancelación de otra leyenda del death melódico sueco, Unanimated, cuyo vocalista, Micke Broberg, tuvo un grave accidente que le provocó una lesión en la cabeza.
La furia del Moshpit
En punto de las 18:10 horas llegó el momento de dejar atrás el black y death para dar paso a la furia del thrash con una banda histórica como Heathen, que apenas pisó el escenario prendió al instante al público con piezas demoledoras como This Rotting Sphere y Empire of the Blind que provocaron un moshpit brutal en el que volaron zapatos, camisas y aparecieron los dorsos desnudos. La euforia estaba al tope, cuando con la oscuridad del cielo apareció Satan, una banda de heavy metal que se plantó en el escenario como lo que es: una leyenda de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico, surgida a la par de bandas como Iron Maiden, Def Leppard, Motörhead o Saxon, y de inmediato fue reconocida por el público, sorprendiendo a su cantante Brian Ross, quien bromeó diciendo: “me da gusto ver tanta gente de 20 años cuando yo tengo más de 20 mil”.
El momento estelar (SACRAMENTUM, DRACONIAN, IMMOLATION Y DARK TRANQUILLITY)
El metal sueco dominó el Candelabrum, y uno de los estelares del primer día salió a las 20:10 horas: Sacramentum. Su black metal melódico con temas como Fog’s Kiss o Far Away From the Sun, del álbum homónimo de 1996, más la excentricidad de su cantante Nisse Karlén no pasaron indiferentes; además, la banda no terminó su show a tiempo y el sonido se apagó, pero sin importar nada continuó tocando hasta terminar la canción. La locura de Sacramentum se evaporó con la presentación de Draconian y su voz de “la bella” (Lisa Johansson) y “la bestia” (Anders Jacobsson), que aprovechó el impecable sonido que presentó el festival a lo largo de los dos días para inundar el recinto con su doom gótico, conmoviendo a todos los asistentes.
Como bien dicen, siempre hay una densa calma antes de la tormenta, pero en este caso se trató de un tornado de fuego: Immolation. Los neoyorquinos salieron con todo desde el primer momento y el moshpit salvaje no se hizo esperar. Ross Dolan (bajo, voz), Robert Vigna (guitarra), Alex Bouks (guitarra) y Steve Shalaty (batería) demostraron por qué Immolation es uno de los padres del brutal death metal. Su potente actuación simple y sencillamente redujo a cenizas el escenario y derritió los cerebros de todos los ahí presentes. Los formados en 1986 dejaron la vara muy alta para el headliner de la noche, otros suecos: Dark Tranquillity, que pese a todos los pronósticos guardaron en el baúl sus temas más melódicos para presentar un setlist pesado con cortes potentes de álbumes como “The Gallery” (1995), “Damage Done” (2002), “Character” (2005) “Fiction” (2007), “Atoma” (2016) y “Moment” (2020). El momento especial y climático de la noche llegó cuando Michael Stanne, líder y cantante de la banda, agradeció al público y recordó el cariño especial que tiene por los mexicanos, pues a finales de los 80, cuando Dark Tranquillity apenas comenzaba su ahora larga trayectoria, eran innumerables las cartas que recibía desde México.
Con “Misery’s Crown”, el primer día del Candelabrum Metal Fest llegó a su fin, pero las emociones estaban lejos de terminar. Mañana la segunda parte, con todos los detalles del día dos.