El metal es un monstruo que no para de mutar, pero no todas sus extremidades valen la pena conservar. Algunos subgéneros han tenido su momento, han saturado el aire con riffs reciclados o simplemente se han convertido en caricaturas de sí mismos. No es odio gratuito; es una limpieza necesaria para que el género siga respirando fuego y no se ahogue en su propia grasa. Aquí van cinco que, según el pulso actual de la escena, deberían ir al cementerio —y el djent, con su reinado agotado, encabeza la lista.
1. Djent – El rey destronado que no se entera
El djent tuvo su explosión con Meshuggah y sus imitadores en los 2010, pero hoy es un eco monótono de palm-mutes y polirritmias que suenan a calculadora rota. Bandas nuevas lo intentan, pero ya no hay nada fresco que rascar; es hora de desconectar el amplificador.
2. Metalcore genérico – El breakdown que todos olvidaron
Hubo un tiempo en que el metalcore era un huracán, pero los clones de Asking Alexandria con breakdowns predecibles y letras de desamor adolescente lo convirtieron en un chiste. Architects y Bring Me the Horizon lo salvan, pero el resto sobra.
3. Nu metal de segunda mano – La nostalgia que no cuaja
El nu metal original —Korn, Limp Bizkit— tenía garra, pero las bandas actuales que copian el look de cadenas y los rapeos forzados no aportan nada. Es un cadáver que sigue caminando sin rumbo; que alguien lo entierre.
4. Folk metal de taberna – La flauta que se quedó sin aire
El folk metal con violines y pintas de cerveza tuvo su encanto con Eluveitie o Korpiklaani, pero ahora es una fórmula gastada que suena a banda sonora de un bar temático barato. El metal no necesita más jigas.
5. Glam metal revival – El laca que no pega
El hair metal de los 80 fue divertido, pero los intentos modernos de resucitarlo con mallas y falsetes suenan a parodia sin gracia. Steel Panther lo hace bien como broma, pero los imitadores serios son un eco que nadie pidió.
¿Por qué estos cinco?
Estos subgéneros no están evolucionando; están estancados, repitiendo trucos que ya no sorprenden ni encienden a nadie. El djent lidera la purga porque su sobreexposición lo volvió predecible, pero los otros cuatro también están ocupando espacio que bandas frescas —piensa en Spiritbox o Lorna Shore— podrían usar para crecer. El metal vive de romper moldes, no de lustrarlos hasta el aburrimiento. ¿Qué subgénero crees que merece el hacha? Déjalo en los comentarios y afila tu opinión.