En las entrañas del Circo Volador, santuario del metal en la Ciudad de México, la noche del 10 de marzo se convirtió en un altar de veneración y furia sonora. La Calzada de la Viga, testigo mudo de incontables rituales musicales, fue el escenario donde la leyenda de Chuck Schuldiner cobró vida una vez más.
La velada, organizada por Cacique Entertainment, comenzó con la aparición de Through Torment, un quinteto local que devoró el escenario con su voraz death metal, preparando el terreno para lo que sería una noche de tributo y memoria. Le siguió Acrania, cuya fusión de metal y ritmos latinos, sazonada con bongos y trompeta, encendió los ánimos de una multitud ya ansiosa por la aparición estelar.
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Fotografías: Yussel Barrera
Y entonces, como heraldos de la muerte, Max Phelps (guitarra y voz), Steve DiGiorgio (bajo), Bobby Koelble (guitarra) y Gene Hoglan (batería) emergieron ante más de dos mil almas en punto de las 10 de la noche. El inicio con Open Casket desató un moshpit brutal, una explosión de euforia que marcó el tono para el resto de la noche.
El tour Muerte Por Vida, Muerte A Todo hizo honor a su nombre, y con The Philosopher, el recinto vibró en un éxtasis colectivo. Siguieron Suicide Machine y Living Monstrosity. La pausa llegó solo para que DiGiorgio, luego de hipnotizar con la magia de sus dedos en el bajo, agradeciera al público en un español cargado de respeto, para luego regresar a su inglés y recordara a Schuldiner, señalando que ésta era una noche para celebrar la obra del padrino del death metal, antes de sumergirnos en la majestuosidad de Symbolic.
La noche se convirtió en un festín de clásicos, un viaje a través de la discografía de Death, desde su álbum debut de 1988, “Scream Bloody Gore” hasta el último de 1998 “The Sound of Perseverance”. Pasando por temas gloriosos como Infernal Death, Scavenger of Human Sorrow, Overactive Imagination, Within the Mind, Baptized in Blood, Flesh and the Power It Holds, Lack of Comprehension, culminando con Crystal Mountain antes de un breve interludio.
El encore fue un tridente de poder: Zombie Ritual, Spirit Crusher y Pull The Plug, himnos que resonaron como un eco eterno en honor a Chuck. Durante hora y media, el Circo Volador fue más que un recinto; fue un templo donde la ira y la energía de los moshpits se entrelazaron con la virtuosidad de cuatro titanes del metal.
La crónica de esa noche no es sólo la de un concierto, sino la de un ritual glorioso, un homenaje a uno de los genios más grandes del metal. Larga vida, o mejor dicho, larga muerte a Chuck Schuldiner.