El sábado pasado, la Ciudad de México se convirtió en un hervidero de emociones. A pesar de las marchas de la comunidad LGBT y la lluvia que complicaban la movilidad, los amantes del metal tenían una cita ineludible: el concierto de Sinister, una leyenda del death metal proveniente de los Países Bajos.
Después de sortear las adversidades climáticas y sociales, llegamos al Hendrix (HDX), donde los fans ya husmeaban la mercancía de las bandas y compartían anécdotas. La noche prometía, y la energía en el aire era palpable.
A las ocho en punto, Milbuitres, una banda mexicana emergente, tomó el escenario. Reemplazando a Rebirth of Pain, los capitalinos se apoderaron de sus instrumentos y ofrecieron un show sólido. Con temas de su reciente disco “Adictos”, esta parvada de buitres asesinos devoró el escenario, atrayendo a los asistentes hacia el frente.
Tras un breve descanso, los riffs de Tenderizer resonaron en el recinto. Según Metallum, esta banda, que ha compartido escenario con Napalm Death, Belphegor, Carcass y Malevolent Creation, cambió su nombre por sugerencia del legendario bajista Steve di Giorgio. Eduardo Drew, el carismático cantante, se contorsionaba y se entregaba al público mientras los músicos desataban su death metal de la vieja escuela.
Pero la verdadera explosión llegó a las 9:40 de la noche cuando Sinister hizo su entrada triunfal. Aad Kloosterwaard en la voz, Walter Tjwa en la guitarra, Simon Škrlec en la batería y Nick Kleinee en el bajo hicieron temblar Azcapotzalco con riffs contundentes. Aad, fiel a su estilo, se movía con parsimonia, invitando al público a seguir gritando. Entre canciones, el exbaterista de los primeros años de la banda se disculpó por no haber visitado antes, pero aseguró que ahora estaban allí para quedarse.
Aad Kloosterwaard, vocalista de la banda holandesa Sinister, durante el concierto de la banda en el HDX de la Ciudad de México.
El sonido fue impecable, gracias a Helados Producciones, que hizo justicia a la banda. Los metaleros corearon el nombre de Sinister en cada oportunidad, aunque el setlist no se basó exclusivamente en los tres primeros álbumes como se había especulado.
La adrenalina se desbordó, y los neerlandeses desbordaron las emociones de los asistentes. La planta de luz, llevada por la promotora, previsora de cualquier incidente con la energía electrica del lugar (el HDX sufrió apagones en eventos previos), garantizó que la noche fuera memorable. Y así, entre sudor y pasión, esperamos ansiosos la próxima visita de Sinister, dispuestos a dejarnos arrastrar nuevamente por su música brutal.