El heavy metal, con su ethos de rebeldía y su capacidad para canalizar emociones crudas, ha elevado a algunos de sus protagonistas a un estatus casi mitológico. En un género donde la transgresión y la intensidad son moneda corriente, la construcción de estatuas dedicadas a músicos no es solo un homenaje, sino un reconocimiento tangible de su influencia cultural. Desde íconos del shock rock hasta leyendas del thrash, varios artistas del metal han sido inmortalizados en bronce, piedra o acero, un gesto que trasciende la efímera fama de los charts y se ancla en la memoria colectiva. Este artículo explora a algunos de estos músicos, cuyos legados han sido esculpidos en formas físicas, reflejando tanto su impacto en el género como su resonancia en comunidades globales.
Uno de los pioneros en recibir este honor es Ronnie James Dio, cuya estatua se alza en Kavarna, Bulgaria, desde 2010. Conocido por su voz operística y por popularizar el gesto de los “cuernos” en el metal, Dio transformó el género con bandas como Rainbow, Black Sabbath y su proyecto solista. La escultura, financiada por fans y autoridades locales tras su muerte por cáncer en 2010, captura su figura en una pose dinámica, con la mano derecha elevada en su icónico saludo. Kavarna, autoproclamada “capital del metal” del este europeo, convirtió a Dio en un símbolo de su identidad, un faro para los headbangers que visitan el lugar buscando conexión con su legado vocal y lírico.
En el terreno del thrash, Lemmy Kilmister de Motörhead también ha sido eternizado en metal fundido. Desde 2016, una estatua de bronce del bajista y vocalista vigila el Rainbow Bar & Grill en West Hollywood, un sitio que Lemmy frecuentaba y que se convirtió en su segundo hogar. La obra, creada con cenizas del músico mezcladas en la base, muestra su silueta inconfundible: sombrero de vaquero, botas y bajo Rickenbacker al hombro. Este tributo no solo celebra su contribución al sonido crudo y acelerado del metal, sino que también evoca su filosofía de vida sin concesiones, una que resonó con generaciones de outsiders.
Más allá del Atlántico, Doro Pesch, la “reina del metal”, recibió su propia estatua en 2018 en Düsseldorf, Alemania. Con una carrera que abarca desde Warlock hasta su trayectoria solista, Doro ha sido una fuerza constante en un género dominado por voces masculinas. La escultura, erigida durante el festival Metal Female Voices, la retrata con el puño en alto, un gesto que encapsula su energía en el escenario y su papel como inspiración para mujeres en el metal. A diferencia de otros monumentos póstumos, este honra a Doro en vida, un reconocimiento raro que subraya su vigencia y su conexión con una base de fans leal.