Hace 53 años, Black Sabbath tocó por primera vez la nota del diablo, dando vida al metal. En el camino, el género ha crecido, cambiado, mutado, evolucionado y fusionado, al grado de engendrar un sinfín de subgéneros. Desde entonces, dos nuevas generaciones han emergido y la vieja guardia continúa de pie, siempre impulsados por la energía paranormal que emana del disco debut de la legendaria banda.
Black Sabbath, el disco lanzado un viernes 13 de febrero de 1970, con una portada desconcertante y macabra que incluye una bruja vestida de negro, con un gato del mismo tono en sus brazos, frente a un lago en un parque que parece ser un cementerio, es el acta de nacimiento del metal.
El lugar de nacimiento oficial del metal no podía ser otro que la oscura Birmingham, una ciudad inglesa meramente industrial.
Sus gigantescas fábricas, principalmente metalúrgicas, eran la analogía perfecta de la opresión que sentían sus jóvenes a finales de la década de los 60, quienes estaban lejos de compartir el sentimiento de amor y paz que promovía el movimiento hippie al otro lado del mundo.
Al ritmo repetitivo de las fábricas y en medio de la vida rutinaria del obrero, se cruzaron los caminos de cuatro jóvenes que veían a la música como un escape de su realidad.
Así tras una mezcla de sus gustos, creencias e ideologías, el viernes 13 de febrero de 1970, Ozzy Osbourne en la voz, Tony Iommi en la guitarra, Geezer Butler en el bajo y Bill Ward en la batería, dieron vida al álbum más oscuro y pesado que jamás se había hecho.
El álbum homónimo de Black Sabbath construye un ambiente sonoro terrorífico lleno de oscuridad, que transmite pánico, angustia y la sensación de que algo imposible de concebir nos acecha desde las sombras.
Sin embargo, hay quienes disfrutan la sensación de estar cobijados por ese manto negro; la oscuridad es su aliada y les da poder e inspiración para crear algunas de las formas de arte más interesantes que se han conocido, como los miembros de Black Sabbath.
Comienza la misa negra de Black Sabbath
Lo primero que se escucha al poner el disco es una lluvia que choca con furia contra el suelo, seguido de una campanas que parecen anunciar el inicio de una misa negra, se trata del primer tema del álbum: “Black Sabbath”.
Hasta ese entonces no había nada similar en la música. Ozzy no canta, grita aterrorizado al ser la víctima de un sacrificio a Satanás, Tony Iommi hipnotiza con la repetición de la “nota del diablo” y una gran cantidad de distorsión, mientras Butler y Ward desde el bajo y la batería no crean ritmos, sino que acompañan la angustia de la letra.
En un momento, Ozzy grita pidiendo clemencia a Dios, mientras como por arte de magia negra, de los dedos incompletos de Iommi (perdidos en una fábrica metalúrgica cuando era obrero) emerge un solo de guitarra espectacular. El cuarteto no era consciente de la magnitud de lo que acababan de crear: un culto que más de 50 años después sigue vigente.
En el ambiente hay tensión y desconcierto por lo que se acaba de escuchar, pero también hay emoción y excitación. Justo en ese momento viene la introducción de “The Wizard”, donde la armónica de Ozzy llena el cuerpo de escalofrío y anuncia la llegada de Gandalf, el famoso hechicero que pertenece a la obra maestra de J. R. R. Tolkien: El señor de los anillos.
Black Sabbath fue catalogado como “satanista”
El álbum también tiene espacio para que los cuatro integrantes dejen claro que el blues es una de sus principales influencias, siendo “Behind The Wall Of Sleep“ la prueba más contundente, pieza que posteriormente toma tintes más rockeros y se termina con un fade out que da paso a un clásico: “N.I.B”.
El cuarto corte del álbum es un himno sabbatiano que trata de las múltiples tentaciones que puede haber en la vida; es sufrimiento eterno y el encuentro con el demonio a cambio de obtener el amor de una mujer: “Look into my eyes, you’ll see who I am. My name is Lucifer, please take my hand…”
El significado de N.I.B. es incierto, no así el hecho de que el riff y el solo se reconocen de manera inmediata por su importancia y trascendencia en el metal.
En la segunda parte del disco entra “Evil Woman“, un cover de la banda CROW del cual el cuarteto de Birmingham se adueña por completo, para luego interpretar “Sleeping Village“, un sutil corte que combina lo melancólico con lo tenebroso y desconocido, para finalmente cerrar el álbum (versión vinyl) con “Warning“, otro cover, ahora de The Aynsley Dunbar Retaliation, cuya principal característica es su duración de más de 10 minutos.
En su momento, el álbum debut de Black Sabbath fue catalogado como “satanista”, pero llegó a estar en el “top ten” de álbumes más vendidos de la historia.