El death metal old school (o “old school death metal”, OSDM) no es solo un género musical; es una fuerza cruda, visceral y feroz que marcó una revolución sónica a finales de los años 80 y principios de los 90. Para quienes disfrutan de los riffs cavernosos, los blast beats demoledores y las voces guturales, este estilo es mucho más que nostalgia: es una declaración de guerra al sonido pulido y comercial. Aquí te presentamos 5 detalles alucinantes del death metal old school que muestran por qué sigue arrastrando cuellos tres décadas después.
1. El sonido “sucio” es una virtud, no un defecto
Una de las características más distintivas del OSDM es su producción cruda e intencionadamente sucia. Bandas como Obituary, Autopsy o Grave evitaban la limpieza digital que comenzaba a imponerse, apostando por guitarras distorsionadas hasta el extremo, bajos saturados y baterías con un toque más orgánico. Esta estética sonora ayudaba a crear una atmósfera mórbida, perfecta para las temáticas líricas oscuras y grotescas.
2. La influencia del punk y el thrash fue crucial
Aunque el death metal es famoso por su complejidad técnica en ciertas variantes, el enfoque old school heredó la agresividad directa del hardcore punk y la velocidad del thrash metal. Esto se traduce en canciones con estructuras más simples pero explosivas, ideales para el mosh pit. Death, Possessed y Master son ejemplos clave de esta fusión primigenia.
3. Las portadas eran pequeñas obras de arte macabras
No se puede hablar de death metal sin mencionar sus icónicas portadas. Artistas como Dan Seagrave crearon paisajes infernales y criaturas grotescas que se volvieron sinónimos del género. Estas imágenes no solo decoraban discos: ayudaban a construir un universo visual que complementaba el sonido, sumergiendo al oyente en un viaje brutal desde la primera impresión.
4. El underground como estilo de vida
El OSDM nació en los márgenes, con demos distribuidos en cintas grabadas a mano, zines fotocopiados y comunicación por correo postal. Esta red subterránea fue clave para la expansión del género, creando una comunidad global mucho antes del internet. La autenticidad, el DIY (hazlo tú mismo) y el rechazo a las tendencias del mainstream siguen siendo pilares del movimiento.
5. El revival moderno mantiene el espíritu vivo
Aunque muchos consideran que el auge del death metal old school fue entre 1987 y 1993, en la última década ha habido un resurgimiento imponente. Bandas actuales como Gatecreeper, Undeath o Tomb Mold rinden homenaje al sonido clásico mientras le añaden un toque contemporáneo. Esta nueva generación mantiene vivo el espíritu cavernoso y brutal que lo inició todo.
Conclusión
El death metal old school no es solo un recuerdo sonoro de otra era; es una influencia viva que sigue inspirando a músicos y devotos del metal más extremo. Sus riffs primitivos, su estética cruda y su filosofía underground lo convierten en un testimonio de resistencia musical. Así que si alguna vez necesitas reconectar con la esencia más cruda del metal… recuerda que el OSDM siempre estará allí, listo para devorar tus oídos.
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