¿Por qué el nu-metal sigue dividiendo a los metaleros 20 años después? › Heavy Mextal
mié. Abr 30th, 2025
Emily Armstrong

El nu-metal no pide disculpas ni las necesita. A finales de los 90, mientras el thrash se desinflaba y el black metal se enredaba en sus propias sombras, este híbrido descarado irrumpió con cadenas colgando, gorras hacia atrás y una mezcla de rap, riffs pesados y angustia adolescente. Bandas como Korn, Limp Bizkit y Slipknot vendieron millones —Follow the Leader de Korn superó las 5 millones de copias según la RIAA, y Hybrid Theory de Linkin Park rozó los 11 millones—, pero también se ganaron el desprecio de los puristas del metal. Más de dos décadas después, en 2025, el debate no se ha apagado: ¿fue el nu-metal una revolución mal entendida o un desvío que el género prefiere olvidar?

La raíz del conflicto es simple pero espinosa. Para unos, el nu-metal rompió moldes al meter groove, letras crudas y producción pulida en un mundo de blast beats y solos interminables. Jonathan Davis, con su voz rota en Freak on a Leash, o Chester Bennington, gritando hasta desangrarse en Crawling, conectaron con chavales que no se veían en las épicas de Maiden o el nihilismo de Mayhem. El género llenó arenas —el Ozzfest de 1998, con Tool y Limp Bizkit, atrajo a 30,000 personas solo en Nueva Jersey— y puso al metal en MTV cuando el grunge ya se estaba enfriando. Para sus defensores, fue un puente que trajo sangre fresca a la escena.

Pero para los guardianes del metal, el nu-metal fue una traición con todas las letras. Sin virtuosismo, con baterías simplonas y guitarras downtuned que cualquiera podía aporrear, muchos lo vieron como un producto comercial disfrazado de rebeldía. “No es metal, es rock con actitud”, dicen los que aún fruncen el ceño al escuchar a Fred Durst rapeando en Rollin’. El rechazo no era solo estético: en foros como los de Metal Archives, bandas de nu-metal ni siquiera califican para ser listadas, y en los bares de la vieja escuela, poner Chocolate Starfish sigue siendo motivo de pelea.

El paso del tiempo no ha cerrado la grieta. En 2024, el regreso de Slipknot con un disco que mezcla sus raíces nu-metal con brutalidad moderna —piensa en Iowa cruzado con All Hope Is Gone— reavivó la discusión. Los fans aplaudieron, pero en X, un usuario lo resumió claro: “Siguen siendo los reyes del circo para adolescentes”. Mientras, Korn sigue girando y llenando recintos, y bandas nuevas como Spiritbox o Tetrarch citan al nu-metal como su cuna sin pestañear. Hasta Metallica coqueteó con el estilo en St. Anger (2003), un disco que aún divide aguas.

Entonces, ¿por qué sigue dando guerra? Porque el nu-metal no solo fue música; fue una postura. Habló a los marginados, a los que no encajaban ni en el punk ni en el metal clásico, y les dio un sonido que no pedía permiso para existir. Sus detractores dirán que le falta profundidad, que es metal diluido para las masas. Sus fieles responden que sin él, el género estaría más estancado de lo que ya está. En 2025, con el metal extremo en auge y el groove resurgiendo, el nu-metal sigue siendo el hijo incómodo que todos reconocen pero nadie sabe dónde sentar. ¿Tú de qué lado estás?

By Marco Antonio de Jesús Escobedo Palma

Dir. de SEO de Heavy Mextal/ Periodista con más de 10 años de experiencia, experto en metal y especialista SEO ./ Contacto: [email protected]/ Facebook:https://www.facebook.com/marco.escobedo.52206

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