El sol se esconde, las nubes aparecen y la lluvia cae. Es como si el día anunciara la llegada de la oscuridad de Mayhem a la Ciudad de México para celebrar una misa profana ante cientos de fieles creyentes ávidos de vivir una experiencia espeluznante a cargo de uno de los padres del black metal noruego.
La noche devora el día y una horda vestida de negro con cabelleras largas y con corpsepaint (que en ocasiones provoca todo menos miedo) hace una larga fila para ingresar al Circo Volador, recinto elegido para el ritual celebrado por Attila Csihar (vocalista), Necrobutcher (bajista), Hellhammer (baterista), Teloch (guitarrista) y Ghul (guitarrista).
A pocos metros de la música de banda que retumba en algún puesto de tacos, un puñado de vendedores ofrece mercancía que va desde discos, hasta tazas, vasos playeras, sudaderas, gorros y pósters, todo estampado con las imágenes clásicas de Mayhem, incluida la controversial portada de su álbum “Dawn of the Black Hearts”.
En ella aparece una fotografía tomada por Euronymous (el ya fallecido fundador de Mayhem) del cadáver de Dead, su compañero y vocalista de banda, después de que este se suicidara en 1991 con un disparo en la cabeza. Una de las portadas más brutales de la historia.
Fotos de Mayhem por Johanna Malcher










Black metal mexicano
Mientras los asistentes deciden entre comprar o no, a menos de media hora de comenzar el evento las puertas del recinto abren. Como es de esperar, a estas alturas la fila ya se extiende por varias cuadras y el lento avance provoca que la mayoría se pierda gran parte de la intervención de Black Hate, una de las dos bandas de soporte de la noche.
Pese al poco tiempo y un escaso público, Black Hate muestra todo el poder que la hacen merecedora del título de una de las mejores bandas de black metal no sólo de la Ciudad de México, sino de todo el país. Su intervención, flanqueada por dos estandartes rojos y envuelta por un juego de luces azules que reflejan la fiereza y frialdad de su música, emitie una energía brutal que sirve para encender motores.
En cuanto el último acorde de Black Hate termina, Mørk Fangorn, su baterista, sale corriendo, pues es momento de alistarse para inmediatamente tomar las baquetas de la segunda banda de la noche: Ash Nazg Búrz.
La también capitalina, con un black metal bélico y oscuro basado en las artes negras de J. R. R. Tolkien tiene frente a sí a un público más nutrido, que aunque está impaciente por ver a Mayhem, reconoce el poder de esta agrupación y responde moviendo la cabeza de atrás hacia adelante una y otra vez, lo que es aprovechado perfectamente por el vocalista Mouth of Sauron para apuntar a la horda con su mano, cual Ojo de Sauron.
La brutalidad de los Uruk-hais del black metal mexicano pone el entusiasmo a tope para dar paso a los preparativos finales de la misa negra noruega, que a estas alturas ya es esperada por una congregación de aproximadamente 2 mil 500 personas, algo así como un 80 por ciento de la capacidad total del Circo Volador.
Da inicio el ritual
Son las 10 de la noche en punto, las luces cambian para tornarse rojas, el escenario se llena de humo para dar paso a la aparición del vocalista Attila Csihar, que con la cara pintada, una cruz invertida hecha de hueso en la mano y envuelto en una túnica desgastada y desgarrada luce como un sacerdote profano listo para dar una misa satánica desde el mismísimo infierno.
Detrás de él aparecen rápidamente los históricos Necrobutcher en el bajo y Hellhammer en la batería, así como los miembros más jóvenes de la agrupación: Teloch y Ghul, ambos guitarristas que precisamente le han inyectado sangre nueva a Mayhem.
Sin mediar palabra el ritual comienza con fuerza con Falsified and Death y To Daimonion para luego seguir con cortes de Daemon, su álbum más reciente lanzado en 2019.
El éxtasis es total, pero de pronto las luces se apagan sólo para volverse a encender y ver de fondo la portada de un disco fundamental del black metal, el “De Mysteriis Dom Sathanas” de 1994, al tiempo que la banda vuelve a entrar a escena, esta vez todos ataviados con túnicas para la segunda parte del ritual.
La sangre se hiela con los primeros acordes de Freezing Moon, canción compuesta por Dead, y que la banda publicó en 1996 a manera de homenaje tras su suicidio.
Durante las siguientes canciones: Pagan Fears, Life Eternal y Buried, Attila, con una calavera en mano, inunda el recinto con esa voz que nos recuerda que el infierno puede estar aquí mismo en la tierra; mientras Necrobutcher empuña con fuerza su bajo al tiempo que con su mirada fija en el público parece retarlo a mostrar una mayor fiereza.
La respuesta de los asistentes es inmediata y las gradas del Circo Volador son insuficientes, el mosh pit se hace presente y varias personas vuelan por los aires para ser arrojadas al área que separa a la banda del público. Todo es sudor, caos y black metal.
La banda se va, pero inmediatamente es aclamada y regresa con clásicos como Deathcrush, Chainsaw, Carnage y Pure Fucking Armageddon. El cierre perfecto para un ritual sonoro profano de una leyenda viviente del black metal.
Nos leemos la próxima… si satanás lo permite.
Por último, te invitamos ha seguir leyendo más noticias sobre metal.