La historia del metal en 5 canciones › Heavy Mextal
mié. Abr 30th, 2025
Black Sabbath

El metal no nació de un solo golpe ni se forjó en un instante de genialidad aislada. Es un sonido que se fue moldeando a través de décadas, un crisol de rabia, técnica y experimentación que tomó lo que había —el blues, el rock, la furia juvenil— y lo retorció hasta hacerlo irreconocible. Hablar de su historia es como desenterrar capas de tierra: cada canción revela un momento donde el género se partió, se reconstruyó o simplemente decidió gritar más fuerte. Aquí van cinco cortes que no solo marcaron el camino, sino que lo pavimentaron con acero y fuego. Esto no es una lista de éxitos ni un ranking; es un mapa cronológico de cómo el metal llegó a ser lo que es.

Black Sabbath – “Black Sabbath” (1970)

Todo empieza en Birmingham, Inglaterra, con cuatro tipos que no sabían que estaban inventando algo. Tony Iommi, con sus dedos mutilados por un accidente industrial, bajó la afinación de su guitarra para que las cuerdas fueran más manejables, y de paso creó un sonido denso como el humo de las fábricas que los rodeaban. “Black Sabbath”, el tema que abre su debut homónimo, es un trueno lento: tres notas que caen como martillazos, la voz de Ozzy Osbourne temblando entre el miedo y la amenaza, y una campana que suena a funeral. No había nada igual en 1970. El riff principal, basado en el intervalo del tritono —el “diabolus in musica” que los monjes medievales temían—, le dio al metal su primer ADN: oscuro, pesado, casi ritual. Según el libro Black Sabbath: Symptom of the Universe de Mick Wall (2013), la banda ni siquiera buscaba un género nuevo; solo querían reflejar el gris de su ciudad. Pero lo hicieron, y el metal tuvo su kilómetro cero.

Judas Priest – “Breaking the Law” (1980)

Diez años después, el metal ya no era solo un experimento de sótano; había crecido, se había afilado. Judas Priest, desde las mismas tierras industriales de Inglaterra, tomó el testigo y lo aceleró. “Breaking the Law”, sacada de British Steel, es un puñetazo de tres minutos: riff cortantes como navajas, batería que pisa el acelerador y Rob Halford cantando con una mezcla de desafío y desdén. Aquí no hay intros largas ni atmósferas densas; es directo, casi punk en su urgencia. El tema llegó cuando la Nueva Ola del Heavy Metal Británico (NWOBHM) estaba despegando, con bandas como Iron Maiden y Saxon empujando el sonido hacia adelante. The Story of Judas Priest: Defenders of the Faith de Neil Daniels (2010) señala que British Steel se grabó en un mes, con equipos básicos y sin florituras, lo que explica su crudeza. Esta canción le dio al metal un himno para los que no encajaban, un grito que decía: “Si el mundo no nos quiere, lo rompemos”.

Metallica – “Master of Puppets” (1986)

A mediados de los 80, el metal se partió en dos: los que querían brillar en la radio y los que preferían destrozar todo. Metallica eligió lo segundo y lo llevó al extremo con “Master of Puppets”. Este tema, del álbum del mismo nombre, es un torbellino de ocho minutos: cambios de tempo que te agarran del cuello, solos que cortan como vidrio y James Hetfield gruñendo sobre adicción y control. El thrash ya estaba vivo gracias a Slayer y Anthrax, pero Metallica lo pulió sin suavizarlo. La batería de Lars Ulrich suena como un bombardeo, y el riff inicial —ese galope que empieza lento y luego explota— se convirtió en un manual para cualquiera que quisiera tocar rápido y duro. En Metallica: Enter Night de Mick Wall (2011), se cuenta que Cliff Burton, el bajista, trajo ideas de música clásica que dieron al tema su estructura casi sinfónica. “Master of Puppets” no solo definió el thrash; le enseñó al metal que podía ser cerebral sin perder los dientes.

Pantera – “Walk” (1992)

Los 90 llegaron con una crisis de identidad para el metal. El grunge estaba en auge, el hair metal se desinflaba, y muchos pensaron que el género se iba a quedar en el pasado. Entonces Pantera salió de Texas con Vulgar Display of Power y un riff que suena como si te aplastaran el cráneo con una losa. “Walk” es groove metal en estado puro: pesado, machacante, con Dimebag Darrell sacando notas que pesan toneladas y Phil Anselmo ladrando “Respect, walk!” como si te estuviera retando a pelear. No hay velocidad vertiginosa ni letras épicas; es una patada en el pecho, un sonido que te obliga a moverte o a apartarte. El libro Official Truth, 101 Proof de Rex Brown (2013) detalla cómo Pantera dejó atrás su pasado glam para apostar por algo más crudo, influido por el punk y el hardcore. “Walk” no salvó al metal; lo hizo más grande, más sucio, más real.

Slipknot – “Wait and Bleed” (1999)

A finales de los 90, el metal estaba en todas partes y en ninguna a la vez. El nu metal dominaba las radios, pero algunos lo veían como una traición al sonido original. Slipknot, nueve tipos enmascarados de Iowa, llegaron con su debut homónimo y “Wait and Bleed” para callar las dudas. Es un tema que salta entre dos mundos: versos melódicos que podrían sonar en MTV y estribillos que te arrancan la cabeza, con Corey Taylor alternando entre cantar y rugir. La batería de Joey Jordison es un caos controlado, y las percusiones extra —barriles, cadenas— le dan un filo industrial. Según Slipknot: Inside the Sickness, Behind the Masks de Jason Arnopp (2001), la banda grabó el disco en condiciones brutales, durmiendo poco y peleando mucho, lo que se siente en cada golpe. “Wait and Bleed” juntó lo extremo con lo accesible, abriendo el metal a una generación que no sabía que lo necesitaba.

Estas cinco canciones no son el final de la historia, solo paradas clave en un viaje que sigue mutando. Del lodo de Birmingham al caos de Iowa, el metal se ha torcido, estirado y reinventado sin pedir permiso. Si quieres seguir escarbando, hay subgéneros, discos y bandas esperando.

By Marco Antonio de Jesús Escobedo Palma

Dir. de SEO de Heavy Mextal/ Periodista con más de 10 años de experiencia, experto en metal y especialista SEO ./ Contacto: [email protected]/ Facebook:https://www.facebook.com/marco.escobedo.52206

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