El pasado viernes 15 de septiembre, el Mandala se convirtió en el escenario de una ceremonia pagana dedicada al black metal mexicano, un género que ha sabido mantenerse fiel a sus raíces y que cuenta con una legión de seguidores que no temen expresar su rebeldía y su desprecio por lo establecido. La noche estuvo encabezada por Ereshkigal, una de las bandas pioneras y legendarias de la escena nacional, que presentó en vivo su decimotercer álbum, “In My Kingdom of Darkness”, una obra maestra de brutalidad.
Pero antes de que Ereshkigal hiciera su aparición, el público pudo disfrutar de otras cuatro bandas que demostraron el talento y la diversidad que existe dentro del black metal mexicano. La primera en salir al escenario fue Korriban, una joven banda de Ciudad Nezahualcoyotl que con su propuesta de black metal sinfónico, lleno de atmósferas envolventes y melodías épicas, supo ganarse el respeto y la admiración de los asistentes, quienes se dejaron seducir por su música y actitud.
La siguiente banda en tomar el escenario fue Black Pesten, una agrupación originaria de Ciudad Sahagún, Hidalgo, que sin duda rinde homenaje al black metal noruego de los 90, especialmente a Darkthrone, una de sus principales influencias. Black Pesten ofreció un show lleno de furia y velocidad, con riffs crudos y voces desgarradoras. Su vocalista, Pesten Corpse, lució una cruz invertida en su cintura, como símbolo de su blasfemia y su rechazo al cristianismo.




Después de Black Pesten, llegó el turno de Lobo, una banda de Querétaro que se caracteriza por su black metal fúnebre y tenebroso. Lobo creó una atmósfera de oscuridad y desolación, con canciones que evocan el dolor y la muerte. Su música fue acompañada por una iluminación tenue y una escenografía que simulaba un cementerio.
La última banda en calentar el escenario para Ereshkigal fue Askke, una de las bandas más representativas y respetadas del black metal mexicano actual. Askke salió al escenario con una actitud desafiante y agresiva, dispuesta a darlo todo y a contagiar al público con su energía. Su música es una combinación de riffs cortantes, batería devastadora y voces infernales, que crean un sonido potente y visceral. Askke hizo vibrar al público con sus canciones, que son auténticos himnos del black metal nacional. No podemos esperar a que salga su nuevo material de la mano de Azermedoth Records.
Finalmente, cerca de las 11 de la noche, llegó el momento más esperado de la noche: la salida de Ereshkigal, la banda que ha marcado la historia del black metal mexicano desde los años 90. Ereshkigal salió al escenario con una ovación del público, que los recibió como a unos héroes. La banda, liderada por Marganor Bestial Invocator, quien contó con la colaboración de su hijo de 11 años en los teclados, se dispuso a interpretar íntegramente su nuevo álbum, “In My Kingdom of Darkness”, una obra que refleja la madurez y la evolución de la banda, sin perder su esencia y su identidad.
Ereshkigal deleitó al público con su black metal oscuro y blasfemo, con letras que hablan de satanismo, ocultismo y antireligión. Su música es una mezcla de velocidad, técnica y atmósfera, que crea un sonido único y personal. Ereshkigal demostró por qué es una de las bandas más influyentes y respetadas del black metal mexicano, un subgénero que tiene grandes exponentes y que sigue vivo y vigente.
Durante poco más de 40 minutos, Ereshkigal tocó las 10 canciones que componen su nuevo álbum, sin dejar espacio para el silencio o el descanso. El público coreó cada una de las canciones, que se convirtieron en himnos de la noche. Al finalizar el álbum, la banda accedió a tocar un par de canciones más a petición del público, que no quería que la noche terminara. Así concluyó una noche de oscuridad y blasfemia en el Mandala, una noche que quedará en la memoria de los amantes del black metal mexicano, un género que tiene una historia, una identidad y una pasión que lo hacen único e irrepetible.
Fotografías: Johanna Malcher.