Por: Braulio Carbajal y Yussel Barrera
En lo más profundo de las sombras, donde la oscuridad se convierte en música, el black metal aguarda para cada vez en cuando emerger y arrasar. Este año, Lucifer ‘s Business, la promotora que mantiene viva la llama de la oscuridad en México, eligió el HDX Bar como el lugar donde las almas sedientas de metal extremo se congregaron para recibir una descarga de sonidos infernales como parte de la tercera edición del México Black Metal Chaos. Desde temprano, el recinto se convirtió en el epicentro del caos y belleza ennegrecida, por donde desfilaron bandas nacionales e internacionales que conjuraron la esencia del black metal de manera puntual y apocalíptica.
Los asistentes que llegaron desde la apertura de puertas se sumergieron en una tormenta de distorsión y blast beats proporcionados por Huargos y A Call For Revenge, dos bandas jóvenes de la escena nacional que no obstante mostraron potencia ante un público aún poco nutrido. Posteriormente tomaron el escenario otras bandas mexicanas, pero de mayor trayectoria y reconocimiento, como Naastrand y su poderosa intervención, que como dicen ellos mismos, “hizo carnitas la carne de Cristo”. En su turno Dark Matter trajo desde León la furia y obscuridad de sus dos EP’s. Mientras que desde Hermosillo, Sonora, Capricornus Tenebrarum, mostró un black violento y contundente, con temas de un álbum que es una joya: Sathanas in Gloriam.
La siguiente tanda de black metal llegaría con los angelinos de Imperialist, cuyos integrantes de ascendencia latina fueron bien recibidos por el público, quienes disfrutaron de su concepto de ciencia ficción; Luciferian Rites mostró que tiene calidad de sobra para compartir escenario con grandes, como por ejemplo, los capitalinos de Avzhia, que mostraron toda su furia y misántropia forjada con una experiencia de tres décadas sobre los escenarios; por último llegó el turno de los malévolos belgas de Serpents Oath, quienes terminaron de prender a los asistentes, con un cantante que mostraba furia y desató los primeros mosh-pits de la jornada, mientras bebía un brebaje extraño en una especie de matraz logró ser una de las bandas de la noche.
La oscuridad se cernía sobre el HDX Circus Bar, y el aforo, que crecía sin cesar, estaba listo para dar la bienvenida a las últimas tres bandas de la noche.
Después de esta avanzada infernal, el escenario se tiñó de sangre y fuego con la presentación de Black Hate, una banda mexicana que ha forjado su nombre en la escena del metal extremo nacional. No solo su vestimenta, digna de los señores de las sombras llamó la atención, sino también la brutal ejecución que ofrecieron sobre el escenario. Y pese a algunas fallas en el sonido y la cuerda reventada del guitarrista (que rápido consiguió otra guitarra), su música era un aullido de desesperación y furia que arrastraba a todos los presentes al abismo.
Y si hablamos de poderosas ejecuciones, no podemos pasar por alto la actuación de los norteamericanos de UADA. Ocultos tras sus rostros enigmáticos, entregaron una de las mejores presentaciones que hemos presenciado en todas sus visitas a México. Su poder era tan abrumador que el foro se convirtió en un campo de batalla para un mosh-pit brutal que no dio tregua, con personas agitando sus cabezas como si estuvieran poseídas. Los brujos dieron una cátedra de lo que es el metal extremo y lo que puede lograr al ejecutarlo de manera magistral.
Pero el momento cumbre de la noche estaba por llegar. Las telas de colores se alzaron en el escenario, como si fueran portales hacia el inframundo, preparándonos para el debut en México de los noruegos de Dødheimsgard, también conocidos como DHG. Quienes abrieron con “Et Smelter”, para seguir con con canciones como “Sonar Bliss”, “Interstellar” o “The Ultimate Reflection”, se apoderaron del escenario con esa experimentación y diversidad de estilos musicales que abrazaron en cada una de sus canciones, lo que hace a esta legendaria banda una de las más vanguardistas del black metal actual. Todo aderezado con la presencia de Vicotnik, su locuaz cantante envuelto en un traje desgastado desde el que le salía polvo cada que se movía, parecía que venía directo de su propio funeral.
Si bien en las primeras tres canciones el audio presentó problemas, al menos en una de las bocinas principales del lado derecho, su presentación conforme avanzaba no hizo más que sumergir a los presentes en una especie de viaje alucinante que iba de la total calma al extasis total, musicalizado con temas como “Ion Storm”, “Hallow” y “Traces of Reality”, para rematar la noche con una espectacular interpretación de “Aphelion Void”, un tema de 16 minutos que provocó la locura. Apenas terminó el recital y Victonik bajó del escenario para convivir con sus fans, sin escatimar en fotos, saludos y autógrafos, un frontman en toda la extensión de la palabra.
El México Black Metal Chaos dejó un gran sabor de boca, y aunque los organizadores han puesto en duda una cuarta edición el siguiente año, desde nuestra trinchera no queda más que manifestar apoyo. Si Satán lo permite, nos vemos la próxima.