Staff Heavy Mextal
La noche del 14 de abril, el Circo Volador se convirtió en el epicentro del metal progresivo, acogiendo a la banda Russian Circles en su gira Gnosis Latin America 2024. La atmósfera estaba cargada de expectación, y el público, una mezcla ecléctica de veteranos del metal y recién convertidos, esperaba con ansias la promesa de una noche de sonidos inmersivos.
El evento comenzó con la energía ascendente de las bandas de soporte AP, Endless y Fake Designer, que con sus breves pero intensas actuaciones, calentaron los ánimos y prepararon el terreno para el acto principal. Cada grupo, con su estilo distintivo, contribuyó a la diversidad sonora de la noche, pero era evidente que todos estaban allí por un solo motivo: Russian Circles.
Con un escenario despojado de distracciones visuales, la banda de Chicago emergió en medio de un silencio expectante. Mike Sullivan, Dave Turncrantz y Brian Cook, armados solo con sus instrumentos, iniciaron un viaje sonoro que pronto se convirtió en una odisea de texturas y ritmos. El setlist, una selección de diez temas que abarcaban la carrera de la banda, fue una muestra de su evolución y maestría.
Fotografías: Johanna Malcher
Desde el primer acorde de “Station” hasta los últimos ecos de “Mládek”, cada canción fue una narrativa en sí misma, llevando a la audiencia a través de paisajes sonoros que oscilaban entre la tranquilidad meditativa y la intensidad arrolladora. La habilidad de Sullivan para tejer melodías complejas, la precisión milimétrica de Turncrantz en la batería y la presencia imponente de Cook en el bajo, crearon un espectáculo que fue tanto una demostración de habilidad técnica como una expresión de pasión pura.
El momento cumbre llegó con “Deficit”, donde la energía contenida estalló en un slam que capturó la esencia del metal: liberación a través de la música. La respuesta del público fue un testimonio de la conexión profunda que Russian Circles ha forjado con sus seguidores, una relación que trasciende las palabras y se comunica en el lenguaje universal de la música.
Al concluir el concierto, el Circo Volador se sumió en un estado de reverencia colectiva. Los asistentes, aún bajo el hechizo de la última nota, sabían que habían sido parte de algo más grande que ellos mismos. Russian Circles no solo había ofrecido un concierto, sino que había compartido una experiencia que resonaría en la memoria de cada persona presente, un evento que no sólo se vivió, sino que se sintió con cada fibra del ser.