El black metal no se entiende solo por los discos que giran en el tocadiscos o las notas que resuenan en un sótano helado; hay historias que trascienden las canciones, que se cuelan en los márgenes de la cultura y terminan grabadas en cintas que el tiempo no borra. En los años noventa, Noruega fue el epicentro de un movimiento que mezcló acordes crudos con titulares de prensa, y desde entonces, el género ha sido diseccionado por cámaras que intentan captar lo que las palabras solas no alcanzan. Los documentales sobre black metal no son solo ventanas a su pasado: son mapas de una escena que se niega a quedarse quieta, que se retuerce entre la música, el mito y las vidas de quienes la construyeron.
Hablar de este género es también hablar de sus extremos: desde la quema de iglesias hasta las bandas que un solo hombre sostiene en su cabeza. Por eso, elegir cinco documentales no es tarea sencilla; cada uno aporta algo que no se encuentra en los fanzines ni en los foros de internet. Estos trabajos audiovisuales, que van de 1994 a 2017, sirven como brújula para quien quiera entender por qué el black metal sigue siendo un eco que no se apaga. Ninguno sobra, ninguno repite la misma historia: juntos forman un rompecabezas que cualquier seguidor del género debería armar.
- Det Svarte Alvor (The Black Seriousness) – 1994
Transmitido por la televisión noruega cuando el black metal aún era un rumor que asustaba a los vecinos, este documental llegó en un momento en que la “primera ola” apenas tomaba forma. Aquí están Kristoffer Rygg de Ulver, Ihsahn de Emperor y Hellhammer de Mayhem hablando frente a una cámara que no sabe bien qué preguntarles, mientras Immortal aparece tocando en vivo y Satyricon ensaya en un garaje. No es solo un registro de nombres grandes; es un vistazo a cómo el mundo exterior empezaba a notar que algo extraño pasaba en Oslo. Para un fan, verlo es como encontrar una fotografía borrosa pero crucial de los días en que todo comenzó. - Satan rir media (Satan Rides the Media) – 1999
Cinco años después, este trabajo audiovisual pone la lupa en los titulares más oscuros: las iglesias en llamas y el asesinato de Euronymous a manos de Varg Vikernes. Con entrevistas a Vikernes y Hellhammer, el enfoque es tan sensacionalista que a ratos parece una parodia, pero eso no le quita valor. Muestra cómo los medios tomaron el black metal y lo convirtieron en un circo, algo que los fans necesitan entender para separar la música del ruido que la rodeó. Es un documento que no explica el género, sino cómo el mundo lo malentendió, y por eso merece un lugar en esta lista. - Pure Fucking Mayhem – 2008
Mayhem no es solo una banda; es el eje alrededor del cual giró la escena noruega, y este documental lo sabe. Aquí hablan Necrobutcher, Manheim, Occultus, Blasphemer y Attila Csihar, desmenuzando desde el suicidio de Dead hasta el crimen que marcó el fin de una era. Lo que lo hace esencial son las fotos de archivo: imágenes de los primeros días que no están en ningún otro lado. Para un seguidor del black metal, esto es como tener acceso a las notas de un diario que alguien olvidó en Helvete, la tienda que fue su cuartel. No hay otro lugar donde la historia de Mayhem se cuente así. - Black Metal Satanica – 2008
Mientras otros se quedan en Noruega, este documental extiende el mapa. Repasa las influencias del género, el enfrentamiento entre lo vikingo y lo cristiano, y luego pregunta hacia dónde va todo esto. Bjorn Almar, organizador de festivales, y músicos como Niklas Olsson de Shining o los miembros de Watain y Rimfrost aportan ideas que van más allá de los noventa. Es una pieza que conecta pasado y presente, perfecta para quien quiere saber cómo el black metal dejó de ser solo un grito noruego y se volvió un idioma global. Su ambición lo hace imprescindible. - Black Metal’s Unexplored Fringes – One Man Metal – 2012
Noisey, la plataforma de Vice, salió de los fiordos y apuntó a un rincón diferente: las bandas de un solo hombre. Wrest de Leviathan, Malefic de Xasthur y Sin Nanna de Striborg abren la puerta a sus procesos, sus razones y sus mundos interiores en tres capítulos de quince minutos. Aquí no hay iglesias quemadas ni titulares; hay soledad y obsesión, dos pilares que cualquier fan reconoce en el black metal. Verlo es entender cómo el género puede nacer de una mente aislada y seguir resonando en miles de otras.