El nu metal irrumpió en los noventa como un grito que no pedía permiso, un choque entre el peso del metal, las rimas del hip-hop y una rabia que se sentía tan adolescente como universal. No fue un género sutil ni se preocupó por encajar en las etiquetas de la época; simplemente llegó, tomó el control de las radios, los escenarios y las listas de reproducción de quienes buscaban algo que sonara a verdad cruda. Décadas después, sigue siendo un sonido que se cuela en los auriculares y resuena en el pecho, porque estos discos no solo definieron un momento, sino que construyeron un puente entre la furia y la introspección. Aquí van cinco trabajos que, por su fuerza, su riesgo o su honestidad, se niegan a quedarse en el estante acumulando polvo.
1. Korn – Korn (1994)
Cuando Jonathan Davis y compañía soltaron este debut, el mundo no sabía qué hacer con él. Guitarras desafinadas que rasgaban como si estuvieran oxidadas, baterías que golpeaban como un corazón al borde del colapso y una voz que pasaba del susurro al alarido sin aviso. “Blind” abre el disco con un riff que te empuja contra la pared, mientras Davis escupe preguntas que no esperan respuesta. Publicado por Immortal/Epic Records y grabado en un estudio de California con Ross Robinson detrás de los controles, este álbum no solo dio el pistoletazo de salida al nu metal, sino que estableció un lenguaje sonoro que otros seguirían. Según datos de la RIAA, ha vendido más de 4 millones de copias en Estados Unidos, un número que habla de su alcance más allá del underground.
2. Linkin Park – Hybrid Theory (2000)
Pocos discos han sabido cruzar fronteras como este. Chester Bennington y Mike Shinoda tejieron un tapiz donde el rap se encuentra con el metal y la electrónica hace de árbitro, todo envuelto en una producción tan pulida que casi se siente futurista. “One Step Closer” es un puñetazo directo, pero “In the End” demuestra que el grupo podía bajar la guardia sin perder potencia. Lanzado bajo Warner Bros. Records, el álbum escaló hasta los 27 millones de copias vendidas mundialmente, según estadísticas de la banda y la discográfica, convirtiéndose en un referente inescapable del nuevo milenio. No es solo música; es un diario de ansiedad que sigue sonando vigente.
3. Slipknot – Slipknot (1999)
Nueve tipos enmascarados de Iowa decidieron que el metal necesitaba más caos, y este disco es la prueba. “Spit It Out” mezcla velocidad con breakdowns que te obligan a moverte, mientras “Wait and Bleed” encuentra un equilibrio entre lo melódico y lo salvaje. Producido por Ross Robinson y lanzado por Roadrunner Records, el álbum canaliza una energía que parece surgir de un sótano lleno de cables pelados y amplificadores al límite. Las ventas superan los 2 millones de copias en Estados Unidos (RIAA), pero su verdadero peso está en cómo transformó la escena en vivo, llevando el nu metal a un terreno más visceral y teatral.
4. Deftones – White Pony (2000)
Aquí el nu metal se desprende de sus cadenas y respira diferente. Chino Moreno y los suyos apostaron por texturas que flotan entre lo etéreo y lo aplastante, con Stephen Carpenter sacando riffs que pesan toneladas y Abe Cunningham marcando ritmos que hipnotizan. “Change (In the House of Flies)” es un viaje lento que explota sin que lo veas venir, y “Passenger” —con Maynard James Keenan de Tool como invitado— añade una capa extra de intensidad. Maverick Records respaldó este giro arriesgado, y el resultado fue un disco que vendió más de un millón de copias en Estados Unidos (RIAA), abriendo una puerta que el género no sabía que necesitaba.
5. Limp Bizkit – Significant Other (1999)
Fred Durst no inventó el nu metal, pero supo venderlo como nadie. Este álbum es un cóctel de actitud, grooves infecciosos y letras que oscilan entre lo desafiante y lo absurdo. “Break Stuff” es un himno para cuando todo se va al carajo, y “Nookie” tiene un gancho que se te pega aunque no quieras. Publicado por Interscope Records y con DJ Lethal dándole un giro hip-hop a la mezcla, el disco despachó más de 7 millones de copias en Estados Unidos (RIAA). Es puro combustible para saltar, gritar o simplemente desconectar del mundo.
Estos cinco discos no son reliquias de museo ni cápsulas del tiempo; son máquinas vivas que todavía rugen si les das play. El nu metal, con sus defectos y su descaro, encontró en ellos una voz que no se apaga. ¿Cuál vas a poner primero?