Dave Mustaine, el cerebro detrás de Megadeth, no es de los que se guardan las palabras. Más de cuatro décadas en el metal lo han convertido en una especie de francotirador verbal, disparando contra lo que le incomoda con la misma precisión que aplica a sus riffs. Su carrera no solo está definida por la música, sino por una actitud que rechaza lo que no encaja en su visión del mundo, ya sea en el estudio, en el escenario o en la vida misma. Este artículo no busca endiosarlo ni pintarlo como un rebelde de manual; simplemente pone el foco en cinco blancos recurrentes de su desdén, sacados de sus propias declaraciones, letras y decisiones a lo largo de los años. Prepárate para un recorrido por la mente de alguien que no teme decir lo que piensa, aunque a veces le cueste caro.
1. El nu metal y su legado
Mustaine no tiene paciencia para el nu metal. En una charla con LifeMinute en marzo de 2025, soltó que está “agradecido de que desapareciera” y apuntó contra las bandas de los 2000 por no meter solos de guitarra, diciendo que “no podían ni tocar ‘Johnny B. Goode’”. Para él, el género fue un tropiezo en la escalera del metal, un experimento fallido que diluyó la técnica por actitud. Aunque el nu metal sigue respirando —con Korn y Slipknot llenando arenas y nuevas bandas como Tetrarch trayendo riffs pesados—, Mustaine lo ve como un cadáver que no merece resucitar. Su desprecio no es solo estético; es casi personal, como si esas bandas hubieran insultado su religión del shred.
2. La traición de Metallica
Pocas cosas han marcado tanto a Mustaine como su salida de Metallica en 1983. Lo echaron antes de grabar Kill ‘Em All, y desde entonces ha cargado con ese golpe como un tatuaje que no se borra. En entrevistas, como una con Guitar World en 2011, dejó caer que sintió que le robaron parte de su trabajo inicial con la banda, especialmente en temas como “The Four Horsemen”. Aunque los años han limado asperezas —tocó con ellos en los shows del Big Four en 2010—, sigue habiendo un eco de amargura cuando habla de Lars Ulrich o James Hetfield. No es solo rencor; es el fastidio de alguien que sabe lo que perdió y lo que construyó después para superarlo.
3. Los gobiernos y el control
Si escuchas “Peace Sells” o “Symphony of Destruction”, te das cuenta rápido: Mustaine no confía en quien manda. Los gobiernos, para él, son máquinas de manipulación, y lo ha dicho sin rodeos en lugares como el podcast de Joe Rogan en 2019, donde habló de su escepticismo hacia las agendas políticas. No importa si es izquierda o derecha —en los 90 criticó a Clinton, y más tarde apuntó a Obama—, lo que le revienta es el poder que aplasta al individuo. Sus letras no son solo quejas; son advertencias de alguien que ve las grietas en el sistema y no se calla al señalarlas.
4. La hipocresía religiosa
Desde que se volcó al cristianismo en los 2000, Mustaine ha tenido una relación tensa con la religión organizada. No es que odie la fe —la suya la lleva en serio—, pero le saca ronchas la falsedad que ve en algunos predicadores y creyentes. En 2005, por ejemplo, se negó a tocar con Rotting Christ en un festival porque no quería compartir cartel con algo que chocara con sus principios, según reportó Blabbermouth ese año. Su crítica no es contra Dios, sino contra los que usan el púlpito para postureo o lucro. Es un rechazo visceral a lo que percibe como una traición a algo sagrado.
5. Los medios y su narrativa
Mustaine no compra lo que venden los medios. En una entrevista con Loudwire en 2016, habló de cómo las noticias tuercen la realidad para servir a intereses ocultos, un tema que también salpica discos como Dystopia. Para él, los titulares son armas de doble filo: distraen y engañan. No es un conspiranoico de sombrero de aluminio, pero sí un tipo que desconfía de la caja que le dice qué pensar. En un mundo donde la info vuela rápido, él prefiere cuestionar antes que tragar entero.
Mustaine no critica por deporte; lo hace porque es su manera de navegar un mundo que no siempre le ha dado la razón. Sus opiniones, como su música, son crudas, directas y no piden permiso. Puede que el nu metal siga vivo, que Metallica sea un gigante o que los gobiernos no caigan mañana, pero él no va a dejar de apuntarles. Y eso, para bien o para mal, es lo que lo mantiene siendo Dave Mustaine.