El rugido del death metal no se explica con facilidad: es un torbellino de cuerdas desafiadas al límite, percusiones que castigan el silencio y voces que parecen emerger de un abismo sin fondo. Para quien se asoma por primera vez a este género, la experiencia puede ser un choque frontal, pero también una puerta hacia un universo sonoro que recompensa a quienes se atreven a cruzarla. No se trata solo de ruido ni de caos; hay estructura, intención y una historia que se remonta a finales de los 80, cuando el metal comenzó a torcerse hacia terrenos más oscuros y técnicos.
Este artículo no busca abrumar con tecnicismos ni perderse en nostalgias vacías. En lugar de eso, presenta cinco canciones que funcionan como brújula para navegar los primeros pasos en el death metal. Cada una trae algo distinto: un enfoque, un momento clave o una manera particular de entender esta música. La selección abarca nombres fundacionales y cortes que, por su ejecución o impacto, abren la cortina a lo que este género puede ofrecer. Vamos al grano.
- “Pull the Plug” – Death (Leprosy, 1988)
Si hay un punto de partida, es este. Death, liderado por Chuck Schuldiner, puso las bases del death metal, y “Pull the Plug” es un reflejo crudo de esa fundación. Los riffs cortan como navajas, mientras la batería marca un ritmo que no da respiro. La voz de Schuldiner no solo gruñe, sino que narra una historia de despedida visceral. Es una canción que muestra cómo el género tomó forma: directa, sin adornos, con una energía que no necesita complicarse para golpear. Elegirla es reconocer el origen, el instante en que el death metal se separó del thrash y dijo “esto es lo mío”. - “Hammer Smashed Face” – Cannibal Corpse (Tomb of the Mutilated, 1992)
Aquí entra el lado brutal, sin rodeos. Cannibal Corpse llevó el death metal a un terreno donde la intensidad se mide en toneladas. Este tema tiene un groove que arrastra, como si el bajo y la batería conspiraran para mantenerte atrapado en su pulse. La voz de Chris Barnes suena como un motor desgarrándose, y los riffs no buscan ser sutiles: apuestan por el impacto. No es solo una canción, es una declaración de lo que el género puede hacer cuando se enfoca en la fuerza pura. Por eso está aquí: para que sientas el peso. - “Left Hand Path” – Entombed (Left Hand Path, 1990)
El death metal no se quedó en un solo rincón del mundo, y Entombed lo demuestra. Desde Suecia, esta canción trajo un sonido que los guitarristas apodaron “sierra eléctrica” por el zumbido constante de las cuerdas. Hay una atmósfera densa, casi podrida, que envuelve cada nota. La batería no solo acompaña, sino que empuja la canción hacia adelante como un tren sin frenos. Es una ventana al estilo escandinavo, menos pulido que el estadounidense, pero igual de efectivo. La elijo porque expande el mapa y te obliga a escuchar más allá de lo obvio. - “Crystal Mountain” – Death (Symbolic, 1995)
Death regresa, pero esta vez desde un ángulo diferente. En Symbolic, Schuldiner exploró cómo el death metal podía estirarse sin romperse. “Crystal Mountain” mezcla riffs que serpentean con momentos de calma tensa, casi melódica. La guitarra solista no solo rasga, sino que teje líneas que podrías tararear si no estuvieran rodeadas de caos. Es un puente entre lo técnico y lo visceral, una prueba de que el género no tiene que estancarse en la agresión. Está en esta lista para mostrar que el death metal también piensa, no solo golpea. - “Where the Slime Live” – Morbid Angel (Domination, 1995)
Morbid Angel siempre ha jugado con lo retorcido, y este corte lo lleva al extremo. Los riffs se enroscan como alambres, mientras la batería de Pete Sandoval martillea con una precisión que parece inhumana. Hay un aire denso, casi pantanoso, que recorre la canción, como si el sonido mismo quisiera arrastrarte bajo tierra. Es death metal en su forma más creativa y aplastante, un recordatorio de por qué el género sigue siendo relevante. La incluyo porque captura esa mezcla de locura y control que define a los mejores.
Estas cinco canciones no son un fin, sino un comienzo. Cubren el espectro del death metal: desde sus raíces hasta sus giros más elaborados, pasando por la brutalidad y el ambiente. Escúchalas con los oídos abiertos y el volumen al límite. Si algo te engancha, el camino apenas empieza.