3 subgéneros del metal que no te atreverás a escuchar › Heavy Mextal
lun. Mar 17th, 2025
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Imagine un sótano oscuro, con el aire cargado de polvo y el zumbido de un amplificador al borde del colapso. Allí, entre cables enredados y latas vacías, alguien decide que el metal no tiene límites, que puede retorcerse hasta convertirse en algo que desafía cualquier noción de armonía o comodidad. Este no es el metal que suena en la radio ni el que llena estadios; es el sonido de los márgenes, donde las reglas se quiebran y la intención no es agradar, sino confrontar. Hoy, en este recorrido por los rincones más ásperos del género, nos sumergimos en tres subgéneros que pocos se atreven a explorar más allá de unos segundos.


La escena del metal siempre ha sido un terreno fértil para la experimentación, pero hay propuestas que van más allá de lo excéntrico o lo teatral. No se trata de virtuosismo pulido ni de letras que inviten a cantar en coro; aquí el propósito es otro: dislocar, saturar, ahogar. Elegimos tres subgéneros —Black Metal en su forma más cruda, Noise Metal y War Metal— no porque sean los únicos en su especie, sino porque encapsulan una actitud que rechaza cualquier concesión. Son el resultado de músicos que tomaron las herramientas del metal y las empujaron hasta un punto donde el ruido, la atmósfera y la agresividad se convierten en un lenguaje propio.


Black Metal (Raw o Lo-Fi): El sonido de la intemperie


Piense en una grabación que parece hecha con un micrófono rescatado de un cajón olvidado, guitarras que zumban como un enjambre atrapado en una caja y voces que suenan como si alguien gritara desde el fondo de un pozo. El Black Metal crudo, como el que Burzum o Darkthrone perfeccionaron en los 90, no busca claridad ni precisión. La producción es un desastre intencional: cada riff está cubierto de una capa de distorsión que no deja espacio para respirar, y las baterías suenan como si se desarmaran en tiempo real.


¿Por qué incomoda tanto? Porque no hay nada a qué aferrarse. No hay melodías que tararear ni un pulso que invite a mover la cabeza. Es un bloque de sonido que existe para evocar algo frío, algo que no te incluye. Los noruegos que lo moldearon no querían discos de estudio impecables; querían capturar la sensación de un invierno que no termina, y lo lograron con equipos baratos y una filosofía que despreciaba lo comercial. Para un oído desprevenido, esto no es música: es un desafío que te empuja a apagar el reproductor.


Noise Metal: Donde la música se deshace


Si alguna vez pensó que el metal podía ser un lienzo para algo más abstracto, el Noise Metal lo lleva a un terreno donde las fronteras entre género y experimentación se desdibujan. Bandas como Full of Hell o The Body no solo tocan rápido o pesado; construyen muros de sonido que mezclan distorsión, feedback y texturas que parecen sacadas de una fábrica abandonada. Aquí las guitarras no forman riffs reconocibles, sino capas de estática que chocan contra gritos que podrían ser humanos o no.
La razón por la que pocos lo soportan está en su esencia: no hay estructura que seguir, no hay un verso o un estribillo que te guíe.

Es una inmersión en el caos, un experimento que pregunta hasta dónde puede estirarse el metal antes de dejar de serlo. Quienes lo crean no buscan audiencias masivas ni aplausos; prefieren explorar cómo el ruido puede transmitir algo visceral. Para el oyente promedio, esto es un asalto sensorial que pide paciencia que casi nadie tiene.


War Metal: La guerra sin tregua


Imagine un tanque rodando sobre escombros, pero en forma de música. El War Metal, o Bestial Black/Death Metal, como lo definen Blasphemy y Conqueror, es una colisión de black y death metal llevada al extremo más primitivo. Las guitarras suenan como si alguien las hubiera afinado con desprecio, las baterías son un bombardeo constante de blast beats y las voces emergen desde algún lugar profundo, como gruñidos de una criatura que no conoce el lenguaje. La producción, otra vez, es un caos deliberado: todo está saturado, sucio, sin espacio para sutilezas.


Lo que lo hace intratable para la mayoría es su rechazo absoluto a cualquier forma de accesibilidad. No hay pausas, no hay momentos de respiro, solo una avalancha que parece diseñada para agotarte. Sus creadores tomaron la ferocidad del death metal y la atmósfera del black metal, pero eliminaron cualquier rastro de refinamiento. Es un subgénero que no invita a escuchar: te ataca, y si no estás preparado para esa guerra sónica, lo más probable es que salgas corriendo.


¿Por qué estos tres?


La elección no es arbitraria. El Black Metal crudo establece un estándar de inaccesibilidad con su enfoque minimalista y hostil. El Noise Metal lleva el concepto a un terreno experimental que desafía la definición misma de música. Y el War Metal, con su brutalidad sin filtros, representa el límite físico de lo que el metal puede soportar antes de colapsar bajo su propio peso. Juntos, forman una tríada que encapsula lo que significa ir demasiado lejos para la mayoría: no son para disfrutar en el sentido clásico, sino para experimentar algo que pocos están dispuestos a enfrentar.


Si alguna vez decide probarlos, no espere salir indemne. Estos subgéneros no piden fans; piden resistencia. Y en un mundo donde el metal ya de por sí divide opiniones, ellos se plantan como los guardianes de un territorio que solo unos pocos cruzarán. ¿Se anima? El botón de pausa siempre está a un clic de distancia.

By Marco Antonio de Jesús Escobedo Palma

Dir. de SEO de Heavy Mextal/ Periodista con más de 10 años de experiencia, experto en metal y especialista SEO ./ Contacto: [email protected]/ Facebook:https://www.facebook.com/marco.escobedo.52206

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