El 20 de noviembre de 2024 será recordado no sólo como un aniversario más de la Revolución Mexicana, sino como la fecha en que Iron Maiden hizo temblar de nuevo la Ciudad de México con su inigualable fuerza musical. Bajo un cielo gris, un viento helado y una breve llovizna, el Estadio GNP se transformó en el bastión de miles de metaleros que se congregaron para vivir un espectáculo que quedará grabado en sus memorias como uno de los más memorables de la legendaria banda británica.
Desde las primeras horas de la tarde, las inmediaciones del estadio fueron un hervidero de emoción. Los fanáticos llegaban por oleadas, vistiendo chamarras de cuero, camisetas con los rostros de Eddie en sus múltiples facetas y ponchos típicos mexicanos, que contrastaban con los brillantes suéteres navideños decorados con el emblemático personaje que Iron Maiden convirtió en icono del heavy metal. Entre ellos destacaban niños que quizá escucharon por primera vez a la banda en casa de sus padres y adultos mayores que han acompañado al grupo desde su debut en 1980.
El ambiente previo al concierto era una fiesta. Grupos de amigos compartían bebidas, cantaban himnos clásicos de la banda y discutían sobre cuál sería la primera canción de la noche. Lo que algunos no sabían es que la actual gira de Iron Maiden está centrada en su disco más reciente, Senjutsu (2021), y en uno de sus álbumes más clásicos como Somewhere in Time de 1986, lo que da como resultado que canciones clásicas como “The Number of The Beast”, “Run to the Hills” o “Running Free” hayan quedado fuera del setlist.
Ya dentro del recinto, la banda mexicana de metal progresivo Ágora inauguró la celebración a las 18:20 horas, recibiendo una buena respuesta del público que comenzaba a concentrarse frente al escenario. A las 19:20, con el estadio aún a medio llenar, fue el turno de Disturbed, que abrió con su clásico “Hey You”. Tras varias canciones que encendieron el lugar, vino la calma con su melancólico cover de “The Sound of Silence” de Simon & Garfunkel. Hacia el final, tocaron “The Light”, con la que el cantante David Draiman intentó, sin éxito, interactuar con el público. No podía faltar la canción que los llevó a la fama mundial en la década de los 90: “Down With the Sickness”, que junto a “Inside the Fire” pusieron el broche final a su presentación, celebrando sus 25 años de carrera.
Iron Maiden en México
Pasadas las 9 de la noche, con media hora de retraso contrario a la puntualidad inglesa, las luces del estadio se apagaron, y el rugido de la multitud se volvió ensordecedor al escuchar los primeros acordes de “Doctor Doctor”, tema de UFO que desde hace años es la canción que anuncia la salida del sexteto. Para esta gira que tiene un corte más futurista, el corte introductorio que le sigue es “Blade Runner”, composición del legendario Vangelis. Así, Iron Maiden apareció en escena, iluminados por un despliegue visual que evocaba una estética retrofuturista. Los acordes iniciales de “Caught Somewhere in Time” hicieron explotar el recinto, y el grito colectivo de los 55 mil asistentes fue un testimonio del fervor que la banda ha inspirado por más de cuatro décadas.
La maestría de cada integrante se desplegó desde el primer momento. Steve Harris, fundador y bajista del grupo, marcó el compás con la precisión que lo ha convertido en una leyenda del instrumento. A su lado, Nicko McBrain en la batería y el trío de guitarristas conformado por Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers demostraron que Iron Maiden no sólo sobrevive al paso del tiempo, sino que sigue dominando la escena como pocos. Al frente, Bruce Dickinson no tardó en dirigirse a su público: “¡Grita para mí, México!”, exclamó, y el estadio respondió con un estruendo que estremeció las estructuras.
El espectáculo avanzó con “Stranger in a Strange Land”, otra joya del álbum Somewhere in Time (1986), un material que marcó un giro hacia sonidos más experimentales para la banda. Las gigantes pantallas laterales ofrecían detalles del escenario, decorado con un Eddie posapocalíptico que parecía salido de una novela de ciencia ficción, mientras luces y efectos especiales reforzaban la atmósfera épica.
La noche continuó con la interpretación de tres temas consecutivos de su más reciente disco, Senjutsu (2021): “The Writing on the Wall”, “Days of Future Past” y “The Time Machine”. El público respondió con entusiasmo. Dickinson, incansable en su papel de maestro de ceremonias, fiel a su objetivo de reducir un estadio a la palma de su mano para llegar a cada uno de los asistentes, los incitaba a gritar hasta quedar sin aliento. “¡Es fantástico escuchar a miles de personas tan emocionadas!”, comentó con una sonrisa, mostrando la energía que lo ha hecho destacar como uno de los frontman más influyentes en a historia del heavy metal.
Mientras el show avanzaba, el setlist se movia entre épocas, desde los himnos ochenteros hasta piezas que la banda había dejado relegadas por años. Así legaron “The Prisoner”, “Death of the Celts” (con menos irlandeses de lo habitual entre el público, dijo Dickinson con humor), “Can I Play With Madness” y “Heaven Can Wait”. La luces se apagaron brevemente para luego proyectar en las pantallas y en el telón de fondo la imagen de guerreros comandados por un Eddie caracterizado como el mítico conquistador Alejandro Magno. Así comenzó “Alexander the Great”, incluida en el mismo Somewhere in Time, que se llevó una ovación especial, pues esta gira ha marcado la primera vez que Iron Maiden interpreta el tema en vivo con todo y sus más de ocho minutos de duración. La interpretación fue un deleite tanto para los fanáticos más nostálgicos como para quienes anhelaban escuchar algo nunca antes tocado.
El dramatismo también tuvo su espacio en el show. Un duelo ficticio entre Dickinson y un Eddie futurista capturó la atención de todos, en un espectáculo que mezclaba música, teatralidad y tecnología. Más adelante, una versión samurái del icónico personaje hizo su aparición, desatando nuevas emociones mientras la banda seguía deslumbrando con temas como “Fear of the Dark” y “Iron Maiden”.
Tras amagar con irse del escenario, vino el encore. Dickinson se puso un sombrero de charro con los colores de México para cantar Hell on Earth, la canción que pone punto final al Senjutsu y que con esos melancólicos acordes del inicio preparaba al público para el gran final. El clímax de la noche legó inmediatamente despues con con “The Trooper”, un himno de la banda que no importa la gira o el lugar, nunca puede faltar. El cierre no pudo ser más emblemático: “Wasted Years”, con todos los integrantes con sombrero mexicano, resonó como el último acto de un espectáculo impecable, un recordatorio de los días de gloria de una banda que ha sabido mantenerse vigente.
Iron Maiden visitó e hizo temblar una vez más a la Ciudad de México, con la promesa de regresar. Al salir del estadio, los rostros de los asistentes reflejaban tanto cansancio como satisfacción. Pese al frío, habían sido testigos de un concierto que no solo celebró la grandeza de la Doncella de Hierro, sino también la conexión especial entre la banda y su público mexicano. Esa noche, entre guitarras distorsionadas, coros multitudinarios y una lluvia que parecía formar parte del espectáculo, quedó claro que el heavy metal es mucho más que música: es una fuerza revolucionaria que, como los ideales de 1910, trasciende el tiempo y las generaciones.
*Gracias a HSBC por las facilidades para la cobertura del regreso de Iron Maiden a México.